La explicación más clara del budismo comienza con la vida de su fundador, Siddhartha Gautama, quien nació en algún momento del siglo V a. C. en las estribaciones del Himalaya, en lo que hoy es Nepal.
Si bien nos referimos a Gautama como el Buda, la palabra Buda en realidad significa «el despierto», por lo tanto, Gautama no nació con este título, sino que lo logró a lo largo de su vida.
En el budismo, el Buda no es visto como un ser divino, al menos no del todo. Los budistas suelen ver al Buda como un ser humano despierto que vio la realidad de la existencia y enseñó a otros cómo escapar del sufrimiento en esta vida tal como lo hizo él. En el 2016 el budismo fue el último caballo de batalla de la junta militar de Tailandia.
Convertirse en Buda: las cuatro visiones y la gran renuncia
El padre de Gautama quería que él creciera para ser un guerrero, por lo que, desde el momento del nacimiento de su hijo, lo protegió de todo lo que es feo, trágico o doloroso en la vida, rodeándolo en cambio de mujeres hermosas, comidas ricas, alojamientos lujosos, y todo tipo de placer físico.
Satisfecho con esta vida de lujo, Gautama creció, se casó y tuvo un hijo. Pero un día, mientras andaba, fue más allá de los límites que su padre le había marcado y se encontró con un anciano. Todos los signos de envejecimiento y decrepitud se habían ocultado a Gautama hasta ahora, por lo que se sorprendió y perturbó por lo que vio. Le preguntó al conductor de su carruaje qué había causado la condición miserable del hombre; el conductor respondió que la vejez es el destino de todas las personas y nadie puede escapar de eso. Esta fue la «visión de la pelea», y puso a Gautama en una profunda melancolía.
En los paseos posteriores, Gautama se encontró con un hombre gravemente enfermo (la «segunda visión») y un cadáver (la «tercera visión»). En ambas ocasiones, Gautama quedó devastado por la realidad del sufrimiento y la muerte. Finalmente, en su cuarto y último paseo en carro, Gautama vio a un ermitaño religioso practicando la meditación (la “cuarta visión”). Cuando le preguntó a su conductor qué estaba haciendo el ermitaño, el conductor respondió que el ermitaño había abandonado los placeres físicos de la vida para buscar la liberación del sufrimiento y la tristeza.
Significado de las cuatro visiones
La tradición budista dice que los cuatro encuentros crearon una lucha existencial para Gautama entre su apego a su familia y su deseo de liberación espiritual. Al final, Gautama se dio cuenta de que los placeres superficiales del palacio nunca podrían proporcionar una felicidad y paz duraderas, y se despidió de su familia y emprendió un viaje espiritual conocido como «la Gran Renuncia».
Después de salir de casa, Gautama estudió con una serie de maestros religiosos, pero pronto se dio cuenta de que ninguna de sus prácticas podía conducir a la iluminación. Luego comenzó un programa de severa austeridad física, al que se unieron otros cinco ascetas que quedaron impresionados con su disciplina y empuje. Durante varios años, Gautama y sus compañeros practicaron juntos sin resultado, hasta que se dio cuenta de que el ascetismo severo tampoco era el camino hacia la iluminación.
Al darse cuenta de que su cuerpo era demasiado débil para soportar cualquier arduo esfuerzo espiritual, Gautama aceptó una comida de una chica del pueblo. Así fortificado, decidió sentarse bajo lo que llegó a ser llamado el Árbol Bodhi, el Árbol del Despertar, hasta que alcanzó la iluminación, lo que hizo en las horas antes del amanecer. El Buda luego regresó con sus cinco compañeros, quienes se convirtieron en sus primeros discípulos y finalmente alcanzaron la iluminación a través de su enseñanza.
¿Qué creen los budistas?
Si bien existen muchas diferencias importantes entre los budistas a lo largo del tiempo y el espacio, el núcleo de la creencia budista se puede encontrar en las enseñanzas del primer sermón del Buda, que han llegado a conocerse como las Cuatro Nobles Verdades.
La primera verdad noble: la verdad del sufrimiento
En la Primera Noble Verdad, el Buda hace una declaración dramática y comprensiva sobre la naturaleza fundamental de la vida humana: la vida tal como se vive normalmente es sufrimiento. La felicidad permanente, dice el Buda, no se puede encontrar aferrándose a las cosas físicas y mentales de este mundo.
La segunda verdad noble: la verdad del origen del sufrimiento
La Segunda Noble Verdad apunta a la causa fundamental de este sufrimiento persistente: el deseo. Aquí el Buda enseña que la causa de nuestra infelicidad e insatisfacción perpetua es nuestro anhelo o «sed» de autogratificación.
La tercera verdad noble: la verdad del cese del sufrimiento
La Tercera Noble Verdad ofrece un poco de esperanza: se puede lograr el fin de tal sufrimiento. El Buda enseña que el fin del sufrimiento, la realización del nirvana, se logra al dejar ir nuestro anhelo.
La cuarta Noble Verdad: La Verdad del Óctuple Sendero
La Cuarta Noble Verdad enseña que el nirvana se puede alcanzar mediante la práctica del Óctuple Sendero, la “receta” del Buda para curar la enfermedad del sufrimiento. Los ocho elementos son el entendimiento correcto, los pensamientos correctos, el hablar correcto, la acción correcta, el sustento correcto, el esfuerzo correcto, la atención correcta y la concentración correcta.
Prácticas centrales del budismo
- Atención plena
Dado que el budismo sostiene que lograr una nueva forma de ver la realidad es fundamental para alcanzar la iluminación, una de las prácticas budistas más importantes es la atención plena. En su libro, El milagro de la atención plena, el monje zen vietnamita Thich Nhat Hahn describe la atención plena como «mantener la conciencia viva en la realidad presente».
- Meditación
La meditación se conoce como «el latido del corazón» del budismo. La meditación implica sabiduría y compasión, los dos componentes centrales del camino de la iluminación, y es un medio principal por el cual uno se libera de la ignorancia, la codicia y la ira. El objetivo final de la meditación es la realización del nirvana, y es una de las actividades que influyen en el bienestar físico y mental, pero la práctica en sí también es un componente importante del objetivo: cambiar la forma de interactuar con el mundo y comprender tanto la realidad como a uno mismo.