La nieve que asola casi toda España en estos días es un «enemigo» del patrimonio cultural y por ello, las administraciones y responsables de conservación, buscan maneras de proteger edificios y esculturas para su correcto estado una vez pase la borrasca ‘Filomena’.
Desde la Asociación de Conservadores y Restauradores de España (ACRE) se ha recordado cómo se afrontaba históricamente la protección de este patrimonio en los parques y jardines, un modo de actuar descartado hoy en día. En estos lugares, se cubrían las esculturas con una caja de madera, se introducía paja y luego alrededor de la escultura se esparcia estiércol –cuya descomposición emitía calor y eso las protegía–.
«Creo que hoy en día en algunos jardines históricos se emplean todavía algunas bolsas de plástico para proteger las esculturas», ha señalado en declaraciones a Europa Press el presidente de ACRE, Francisco Manuel Espejo, quien ha reconocido que la actual nevada puede suponer complicaciones en la labor de conservación.
«Claro que tiene consecuencias negativas: los tejados de los edifcios, por ejemplo, en España tienen unas características constructivas que dependen de cada región. En el norte los tejados son más inclinados», ha explicado, para luego alertar sobre los riesgos de la congelación de la nieve.
«Si el agua aumenta de volumen y se introduce por las grietas puede provocar que el inmueble o la escultura sea afectada», ha señalado. Desde ACRE se ha destacado cómo las actuales líneas de actuación para la conservación giran en torno al buen estado y limpieza, principalmente de las cubiertas, por el exceso de peso; así cómo los trabajos de mantenimiento para que la congelación del agua en fisuras evite roturas, sobre todo en obras de piedra.
En cualquier caso, Espejo ha recordado que no sólo estos cambios bruscos de tiempo pueden suponer daños adicionales al patrimonio, sino que éste también se ve afectado en el día a día por el cambio climático. «Una catedral, por ejemplo, tiene que aguantar en muchas épocas lluvia ácida o contaminación», ha lamentado.
No obstante, matiza que en este «proceso de envejecimiento acelerado» se puede estar viendo remitido por un «aumento de la sensibilidad patrimonial» de la sociedad y administración española». «Ahora se interviene más para frenar el prorceso de degradación y lo que se hace ahora no se hacía hace 50 años», ha explicado.
Para Espejo, este aumento de sensibilidad no se ha traducido en un incremento de dotación económica, una asignatura que cree habrá que mejorar. «Se necesita más, partiendo desde la investigacion porque es la madre de todos los trabajos», ha indicado.
«La legislación española se tiene que actualizar contra la mala praxis. Desde la propia administración no hay formación en conservación y restauración y aprueban proyectos sin esa formación del responsable. A veces se desconoce que lo que se está aprobando supone un deterioro mayor que lo que se aporta», ha concluido.