España se ha acostumbrado a cosechar un éxito tras otro en el ámbito deportivo. Más en el tenis, donde Rafael Nadal ha levantado 20 Grand Slam en los últimos 15 años. En el apartado femenino, tras la ‘sequía’ que llegó con la retirada de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, llegó Garbiñe Muguruza como un soplo de aire fresco. Una jugadora nacida en Venezuela que demostró su compromiso con España y que tras sumar dos ‘majors’ a sus vitrinas tiene como objetivo en 2021 convertirse de nuevo en la mejor jugadora del circuito.
Desde muy joven se vislumbró que Garbiñe era una tenista especial. Golpes potentes y un físico prodigioso que le permitieron derribar a las mejores tenistas del mundo cuando ella apenas tenía la mayoría de edad. Con los años evidenció su talento con títulos de envergadura. El problema, como el de todas, ha sido siempre la regularidad. La igualdad del circuito la ha llevado en ocasiones a cosechar más derrotas de la cuenta y alejarse de los focos. Pero siempre tuvo ambición, deseo y expectativas altas. Siempre la gustaron las grandes citas. El problema ahora es que Garbiñe Muguruza no tiene intención de ser una de esas jugadoras que prolongan en exceso su trayectoria.
En el último número de la revista ‘Fuera de serie’, la tenista ha reconocido que «tres años más sí me veo jugando, pero no me imagino siendo una jugadora veterana». En contra de la tendencia actual, en la que cada vez los deportistas explotan sus virtudes más tardes y prolongan más su carrera, Garbiñe Muguruza no quiere ser una de esas tenistas que juegan pasado su mejor nivel. Es cierto que en el tenis femenino es más habitual que se den este tipo de casos, pero son muchas las mujeres que desafían a la edad e incluso a la maternidad, como Azarenka o Serena Williams.
Las palabras de Garbiñe Muguruza han sorprendido incluso a sus fans. Hasta dentro de diez meses no cumplirá los 28 años. Se encuentra en la plenitud física de su carrera deportiva y ella misma se ve con posibilidades de todo si tenemos en cuenta sus retos de cara a este curso. Sin embargo, no quiere que el tenis ocupe toda su vida. La tenista nacida en Caracas tiene una gran fuente de ingresos por publicidad, de la cual parte podrá sostener tras su retirada. Es una amante de la moda y lo ha dejado claro: más allá de los 30 será improbable verla golpear sobre la pista.
Su mensaje es un aviso a sus fans y también a sus sucesoras. Tras una buena generación junto a Carla Suárez, ahora la tenista necesita un revelo a la altura, capaz de hacer algo importante en un Grand Slam. Y eso son palabras mayores, porque solo unas privilegiadas pueden lograrlo. En España el primer nombre que salta a la mente de todo aficionado es el de Paula Badosa. La campeona de Roland Garros Junior ha vivido una travesía de emociones brutal para la corta edad que tiene. La compararon con Sharapova, por su talento y físico, y acabó por no querer siquiera saltar a una pista de tenis.
Las comparaciones son odiosas y no es el primer caso de este tipo. No obstante, tras trabajar con Xavier Budó, técnico con el que ha separado ya su camino, ha recuperado la fe y la fortaleza mental. Lidiar con la presión es una de las tareas más complejas, pero cada vez parece más capacitada para ello. El futuro dirá, pero su talento está fuera de duda. Con trabajo, pelear por un ‘major’ en el futuro podría ser una realidad.
Más allá de los nombres que ocupan el Top 100, con jugadoras cada vez más experimentadas como Lara Arruabarrena o Sara Sorribes, por detrás llegan otras prometedoras tenistas como Eva Guerrero o Paula Arias, sobre las que también hay depositadas esperanzas. Pero de prometer a ganar un Grand Slam hay un trecho. El problema es que España se ha acostumbrado a ganar. Y ahora su ganadora advierte de que no jugará demasiado tiempo. Garbiñe Muguruza ha metido en un aprieto a las más jóvenes.