Qué fue de Mariano Alameda, el amante de Mauri en «Aquí no hay quien viva»

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Mil veces habremos visto transformaciones de personajes famosos que nos han dejado con la boca abierta, pues aquí tenemos otra. Pocas transformaciones tan espectaculares como la del actor Mariano Alameda, al que recordarás de Al salir de clase o Aquí no hay quien viva. Seguro que le recordarás como Iñigo en la mítica serie de los 90 del instituto 7 Robles. Durante nada más y nada menos que 628 capítulos fue el gran protagonista de la serie y la foto que cubría todas las carpetas de los institutos de España. Se convirtió en uno de los actores más reconocidos durante esa época. Pero aquello ya pasó, y no queda absolutamente nada de ese Mariano Alameda. Veamos qué fue del amante de Mauri en Aquí no hay quien viva.

Veamos algo más sobre su biografía y su impresionante cambio:

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Su transformación

A los 25 era el típico actor que lo tenía todo, además de fama y dinero, ahora con 48 años es un chamán que vive en Hortaleza con su propio centro de yoga. Allá por el año 2010, Alameda tomo la decisión de alejarse del mundo de la interpretación para, «visión» mediante, dedicarse a su pasión, el yoga.

Dejó atrás el aspecto que lo llevó a ser ídolo adolescente para reaparecer años después sin pelo, con barba poblada e ideas completamente alternativas. Prácticamente volvió como otra persona distinta. Alameda es un éxito en redes sociales con videos en conferencias en las que habla del ser, del «no-ser», “de lo que sabes pero no sabes que lo sabes”, del karma, del desarrollo psicoespiritual, de la «psicosmología» y de la paz interior.

Muchas de esas conferencias versan sobre terapias alternativas, pseudoterapias y corrientes saludables sin ningún tipo de base científica. En uno de los vídeos que comentamos en el canal de YouTube de su centro de yoga, Mariano Alameda cuenta qué le hizo cambiar de esa manera. Es digno de leer:

Hace quince años, yo iba un día paseando por la calle y a mi es que me iba bien por esa época. De repente, iba por la calle Serrano y vi pasar a una rubia extraordinariamente guapa. Me miró con los ojos verdes, algo se sobresaltó en el corazón y dije: la tengo que seguir. Y entonces fui detrás de ella. Esta chica llegó a un portal del barrio de Salamanca, subió las escaleras, yo fui detrás y empezó a llegarme un olor como a lo que ahora huele. Llegué a una puerta de madera antigua que ponía: “Yoga”. Y la chica se metió dentro. Al pasar la puerta, la chica ya no estaba. Miré en los pasillos y ya no estaba. Ahí yo vi que acababa de llegar a casa.