- La Cabra, el gastrobar de Javier Aranda –chef poseedor de dos estrellas Michelin, una en Gaytán y otra en Retama– cuenta con una potente carta de coctelería con clásicos reinventados y un apartado de cócteles de autor diseñados por el bartender David Guerrero.
- Con experiencia en Arzábal Museo Reina Sofía y en el restaurante Ático by Ramón Freixa, entre otros, Guerrero se ha inspirado en diez reconocidos artistas pictóricos de diversas épocas y procedencias para crear una gama de cócteles creativos, ideales tanto para tomar de aperitivo o alargar la velada como para acompañar la cena.
Ubicado en el barrio de Trafalgar, en el distrito madrileño de Chamberí, La Cabra es el proyecto más canalla e informal de Javier Aranda, un joven pero prolífico chef que dirige, además, los restaurantes gastronómicos Gaytán –en Madrid– y Retama –en el hotel La Caminera Club de Campo, en la provincia de Ciudad Real– donde ostenta una estrella Michelin en cada uno de ellos.
Pese a que en 2013 abrió sus puertas con un concepto de cocina de vanguardia, La Cabra ha ido evolucionando hasta convertirse en un moderno gastrobar en el que un ambiente de lo más ecléctico y animado, una excelente selección musical y una elegante decoración inspirada en los clubs de moda de Londres y Nueva York arropan una versátil carta, muy enfocada a compartir y basada en tapas y raciones de base tradicional con el toque personal y creativo de su autor.
El mejor afterwork
Con todo, La Cabra se ha convertido en el lugar preferido por muchos para disfrutar del afterwork, salir a cenar en pareja y con amigos y tomar las primeras copas de la noche. Para dinamizar esos momentos, el establecimiento cuenta con el bartender David Guerrero, madrileño de nacimiento y pacense de adopción, quien ha diseñado su oferta de coctelería. Guerrero inició su relación con la hostelería a la temprana edad de 16 años, trabajando como camarero de sala en una empresa de catering mientras cursaba un grado superior de domótica.
Con el fin de aprender inglés y ampliar mundo, tras sus estudios viajó a Estados Unidos, donde se puso por primera vez detrás de la barra en un conocido bar de San Francisco y empezó a coquetear con la coctelería. Ya en España se instaló en la Ciudad Condal, donde trabajó durante varios años como responsable de coctelería para eventos en la Fira de Barcelona y en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Fue entonces cuando decidió abrazar definitivamente la profesión formándose en la European Bartender School de Madrid. En la capital, fue durante casi dos años jefe de barra de Arzábal Reina Sofía (introdujo la coctelería en el local) y head bartender en el restaurante Ático by Ramón Freixa en el hotel The Principal ejecutando la propuesta del célebre coctelero Manel Vehí y creando sus propias mezclas de autor.
Cócteles clásicos
Inquieto, dicharachero y polifacético (en sus ratos libres es pintor, fotógrafo y cantautor de rap), Guerrero ha diseñado para La Cabra una carta de coctelería con mucha personalidad. Para empezar, propone una docena de cócteles clásicos reinterpretados, entre los que se pueden encontrar, por ejemplo, el Cherry Martini (un Dry Martini dulzón para iniciados), el Whisky Soul (un Whisky Sour con vainilla y toques de chocolate amargo), el Krazy Goat (un Gin Fizz con licor de saúco, jengibre, hierbabuena y fresa) o el Madrid Mule que, elaborado con agua de jengibre natural en vez de ginger beer, pone de manifiesto la intención del bartender de utilizar siropes y jugos artesanales, frutas frescas, macerados propios y, en definitiva, ingredientes lo más sostenibles y caseros posible.
Pero sobre todo, destaca su colección de cócteles inspirados en el arte, una gama de diez creaciones inspiradas en los diez artistas pictóricos de diversas épocas (desde el Barroco hasta el arte contemporáneo y la pintura mural) y procedencias que más le han impactado y con las que reivindica la coctelería como un proceso creativo en el que «se parte de un lienzo en blanco y se juega con las texturas, los colores y los sabores para provocar sensaciones». Pensados tanto para abrir boca antes de cenar como para acompañar la oferta gastronómica de La Cabra o alargar la velada hasta la madrugada al ritmo de la mejor música del momento, estos cócteles permiten al comensal viajar a través de los sentidos al país de origen de los diez artistas seleccionados y, en algunos casos, hasta visualizar sus obras mediante las tonalidades y la vajilla elegida.
Novedosas propuestas
Así, en el cóctel Kandinsky utiliza vodka Stolíchnaya y un vaso de formas curvas en alusión a las formas redondeadas que imperan en las pinturas del autor ruso; en Frida Kahlo, tequila y sirope de mango y fresones y un recipiente decorado con una catrina; en Picasso un Moscatel malagueño cuya etiqueta está decorada con trazos ‘picassianos’; en Rembrandt, un destilado cuyo nombre proviene del holandés (el brandy); en Fabelo (un cóctel «muy salsero» en homenaje al pintor cubano Roberto Fabelo), ron y maracuyá, café y chocolate, en un vaso de madera que recuerda a las barricas donde envejece el ron; en Aïda Muluneh (pintora de origen etíope), un infusionado de café y plátano que resulta de lo más digestivo; en Basquiat (precursor en Estados Unidos del arte del grafiti), parte del bourbon; en Tarsila do Amaral, de la cachaça (bebida nacional de Brasil); en Yayoi Kusama (pintora y escritora japonesa) mezcla sake, cereza y yuzu en un vaso de cerámica similar al utilizado en la ceremonia del té y en De Chirico (inspirado en el italiano Giorgio de Chirico), una base de Campari y naranja en un cóctel que resulta ideal para el aperitivo y que se sirve en una copa bombacho en alusión a una de las obras del artista.
La oferta de coctelería es el complemento perfecto a la desenfadada propuesta de Javier Aranda en La Cabra (en la que destacan hits como el bocadillo de calamares ‘a la inversa’, el ‘ajoverde’ de anguila ahumada o el croissant de cocochas al pilpil) y confirma la intención del establecimiento de convertirse en el restaurante más animado de la zona. Propósito que persigue también la inauguración, en las próximas semanas, de su Sala Acorazada, un club de música con coctelería que pretende ofrecer experiencias diferentes con proyecciones audiovisuales y DJ sessions en la planta baja del local.