En los últimos años la meditación se ha desprendido en buena medida del aire místico y religioso que solía tener. Ahora es más habitual que reciba el nombre de mindfulness, o simplemente ejercicios y técnicas de meditación, relajación y respiración. Ya es muy común escuchar a psicólogos y profesionales sanitarios recomendar la meditación como una forma de paliar dolencias mentales como la ansiedad, la depresión o el estrés. También han quedado ampliamente probados sus beneficios para conseguir un estado de salud más equilibrado, por aquello del “mens sana in corpore sano”.
Existen evidencias científicas de peso que aseguran que es eficaz para eliminar el estrés y la ansiedad. Tal vez el más concluyente de estos estudios sea el titulado “The effect of mindfulness meditation training on biological acute stress responses in generalized anxiety disorder”, publicado por un grupo de psicólogos, psiquiatras y neurólogos en la revista Psychiatry Research. Según los datos recogidos por los investigadores, el mejor remedio contra la ansiedad se consigue con varias semanas de meditación intensiva. Pero, todo hay que decirlo, es necesario no fliparse, pues investigaciones recientes apuntan a que las personas que practican meditación tienden a ser un pelín más narcisistas que la media y a creerse espiritualmente superiores.
5Místicos y narcisistas
Otra de las escalas que se usaron para correlacionar con la de superioridad espiritual fue una confianza en lo sobrenatural. Es decir, la creencia en que uno posee una serie de poderes paranormales que le hacen, una vez más, ser consciente de ciertos fenómenos que se les escapan al resto de la gente. En esta parte había afirmaciones como: “Puedo mandar energía positiva a distancia a otras personas”. O “puedo estar en contacto con personas que han muerto” o “Puedo influir en el mundo de alrededor solo con mis pensamientos”. Además, cruzaron los datos de las respuestas con prácticas espirituales muy diferentes entre sí: meditación, lectura del aura, reiki o la haptoterapia.
Asimismo, los participantes respondieron una serie de cuestiones sobre su edad, sexo, educación…De los participantes, hubo un grupo que nunca había practicado este tipo de entrenamientos espirituales. Los investigadores descubrieron que aquellos que acostumbraban a practicar la meditación tendían a puntuar más alto que los que nunca la habían practicado. A medida que las personas aumentaban su “formación espiritual”, también lo hacía su puntuación en las escalas de sentimientos de superioridad intelectual y, por tanto, narcisismo.