Gambas: Por qué no debes chupar nunca la cabeza

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Comer gambas y langostinos en España es una auténtica tradición, mucho más en estas fechas navideñas ya tan cercanas. Y no es de extrañar pues son uno de los alimentos que más le gustan a todo el mundo. El sabor a mar, su textura suave y agradable, su exquisito olor, todo nos invita a comerlas cuanto antes. Es cierto que hay gambas de muchas clases y precios, pero justamente eso las convierte en un manjar que resulta accesible prácticamente a casi todo el mundo. 

Ahora bien, en los últimos años hemos empezado a escuchar noticias que afectan a que sería un alimento poco saludable, más bien su cabeza, pero es que uno de los placeres de comer gambas viene a ser justamente chupar la cabeza que es donde se concentra una parte importante de su sabor.

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El cadmio y los sulfitos se concentran en la cabeza de las gambas

En el caso de las gambas y los langostinos el cadmio se concentra especialmente en la cabeza, llegando a ser su proporción 4 veces más alta que la que se encuentra en el cuerpo de la gamba. Es fácil entender por qué esto es así si analizamos la anatomía de las gambas y descubrimos que tanto el hígado como los riñones los tienen situados en la zona de la cabeza. Y ya hemos explicado que es en esos órganos donde tiende a aculularse el cadmio.

Pero a la presencia del cadmio en la cabeza de las gambas tenemos que sumar también la de los sulfitos. En este caso es la industria pesquera quien se los añade a las gambas y los mariscos para que conserven su color original y no se ennegrezcan resultando menos atractivos para los clientes. Los sulfitos también tienden a concentrarse en las cabezas y pueden ser perjudiciales para los humanos. De hecho, pueden llegar a producir reacciones alérgicas, ataques de asma y urticarias y también contribuyen a la destrucción de la tiamina o vitamina B1.