El joven Ali Amnad Rifi, al que el doctor Pedro Cavadas la ha extirpado un tumor gigante en la cara de más de 13 kilos que le llegaba por debajo de la cintura, ha destacado este jueves: «Siento que soy otra persona, ahora tengo una vida como los demás, puedo hacer una vida normal».
El cirujano valenciano ha comentado que era «con diferencia» la neurofibromatosis «más grande» que ha visto en los 20 años que lleva tratando casos en África. «De cero a diez, su caso es un once», ha señalado. No obstante, ha recalcado: «Lo importante de todo es que entre todos juntos se ha hecho el regalo más grande a un ser humano, que es darle una vida nueva».
Cavadas y este joven, de 30 años, han ofrecido este jueves una rueda de prensa para explicar el proceso que ha conseguido extirparle esta tumoración gigante tras tres intervenciones en el Hospital Vithas València 9 de Octubre.
Ali Amnad Rifi sufría una forma severa de neurofibromatosis, una enfermedad genética sin cura, con gran deformidad esquelética y facial izquierda. Natural de un pueblo de Tetuán (Marruecos), la falta de recursos económicos le impedía operarse, hasta que la Fundación Adra conoció su caso y se lo presentó a la Fundación Cavadas.
Al llegar a la consulta, ha rememorado el cirujano, observó que tenía la mitad de la cara más grande y entre las diferencias idiomáticas solo entendía que «no paraba de decir algo del cinturón». «El tumor era tan grande que se abrochaba la cara al cinturón», ha relatado.
La primera intervención se produjo en octubre 2019, la segunda en diciembre y Ali regresó a Marruecos para esperar con su familia a que llegara el 24 de abril para la última operación. Sin embargo, lo que llegó fue la pandemia y el cierre de fronteras y no pudo regresar a España hasta ahora, en que con la tercera intervención, gracias a la Fundación Vithas, ha terminado el proceso.
Cavadas ha explicado que la complejidad de este caso es «dosificar las intervenciones» ya que la deformidad esquelética que sufre Ali provoca que tenga los pulmones más pequeños y por ello hay que controlar «ajustar mucho hasta qué punto puede sangrar porque se puede complicar respiratoriamente» y es también «mucho más difícil la anestesia y la reanimación». El cirujano ha aclarado que el aspecto físico «no se puede quedar perfecto» porque ya «no se puede quitar más» sin correr el riesgo de provocar una parálisis facial.
Así, ha explicado que las neurofibromatosis «no dejan de crecer» y dado que Alí es joven aún podría aumentarle un poco la deformidad. En ese caso, habría que volver a intervenirle porque para esta deformidad genética en la actualidad no hay cura, sino que «el único tratamiento es quirúrgico». «Consiste en quitar partes sin causar lesiones significativas y dejar el aspecto de los más simétrico posible», ha señalado.
Cavadas ha señalado que la neurofibromatosis de Ali no le hubiera acortado la vida porque no le ha ocasionado complicaciones graves que generar otros tipos de esta enfermedad, pero ha evidenciado que «vivir sin un aspecto humano resto calidad y ahora, al tener más tiempo de calidad, puntúa como vida». El resultado ha sido un éxito. «Ahora es un paciente con una vida normal, que posa como una estrella de rock y hasta se echado un par de novias», ha bromeado.
En cualquier caso, ha recalcado que lo importante de todo el caso es que «entre todos juntos se ha hecho el regalo más grande a un ser humano: una vida nueva». «A una persona que no tenía vida entre todos se le ha dado y si eso no es un regalo que me expliquen qué es», ha dicho. Esta es la historia de gente sensata y bien intencionada que ha trabajado mucho y juntos con el único objetivo del calibre de dar una vida nueva a alguien que no conocíamos y que este regalo lo hemos hecho solo por placer», ha recalcado.
«NO PODÍA NI DORMIR»
Por su parte, Ali ha narrado que desde niño sufre esta malformidad que ha ido creciendo hasta llegar a ser «un trozo de carne de 13 kilos» que le causaba «muchísimos problemas» y «grandes molestias» porque no podría ni acostarse, ni dormir como la gente» y le afectaba también a la vista. Ahora, ha recalcado, «siento que soy otra persona, tengo una vida como los demás y puede hacer una vida normal».
Por ello, ha agradecido emocionado a todas las personas que han logrado que pudiera ser intervenido, desde el doctor Cavadas y su equipo, al hospital y a todas las asociaciones y personas que le han ayudado psicológica como económicamente, y a las familias que le han acogido durante su estancia en España en sus casas. En especial, a la Fundación Adra ya que sin ella «no hubiera sido posible llegar aquí y tener una vida como todo el mundo».
Ahora volverá a Marruecos donde, gracias a sus estudios sobre temas electrónicos, quiere montar un pequeño negocio para arreglar los móviles. «Estoy muy contento, he tenido mucha suerte de haber contado con todas estas colaboraciones para seguir este tratamiento que me ha permitido estar una situación muchísimo mejor sin comparación con el pasado», ha apostillado.