Los olores tienen una influencia sobre nuestros pensamientos, emociones y estados de ánimo muy superiores a la que nos pensamos. No en vano, Marcel Proust levantó su monumental novela En busca del tiempo perdido a partir de un olor. A partir del y del sabor de una magdalena, que le evocó su infancia y su pasado. Es un fenómeno de lo más curioso, y un reciente estudio ha determinado que diferentes olores pueden provocar en nosotros diferentes sensaciones en la forma en la que percibimos nuestro propio cuerpo.
Parece increíble, pero lo cierto es que lleva mucho tiempo profundizándose en estas cuestiones y aprovechándose el poder de los olores. Los especialistas en publicidad y mercadotecnia saben muy bien del poder de sugestión de los olores. No hay empresa o restaurante de cierta entidad o abolengo que no estudie muy mucho a qué deben oler sus establecimientos. Pues todo ello contribuye a crear una u otra sensación en el cliente. Este no es sino un paso más en la curiosísima materia de la psicología de los olores.
1Los olores y el cuerpo
El de limón, y no por casualidad, es uno de los ambientadores más corrientes en todo tipo de contextos y situaciones. El olor a limón transmite una sensación de frescura y pureza. Y no solo eso, pues según un reciente estudio también nos hace sentirnos mucho más cómodos y satisfechos con nuestro propio cuerpo. Los olores, aseguran los científicos autores de esta investigación, tienen el poder de modificar la forma en la que percibimos nuestro propio cuerpo.
Esto implica, de algún modo, que lo que olemos se “contagia” a lo que vemos y tocamos. Así lo aseguran unos científicos de la británica Universidad de Sussex, que han querido investigar de qué forma los sonidos y los olores alteran la percepción y la autoimagen que las personas tenemos de nuestro propio cuerpo. No se trata de pura curiosidad simplemente, sino que podría ser algo con grandes aplicaciones terapéuticas, por ejemplo, en personas con trastornos de la alimentación como la anorexia o la bulimia.