Cada día más personas consumen miel. Es un alimento natural que edulcora, tonifica y calma. Todas esas personas que no pueden consumir azúcar, tienen aquí una estupenda opción para hacer más dulce su café o la leche del desayuno. Sin embargo, no todas las mieles son puras. Entre otras propiedades, es curativa y energizante. Además, es laxante y diurética. Pero, aunque nos pensemos que la fabrican los humanos, nada más lejos de la realidad. La miel es un producto realizado por las abejas.
Hay una gran variedad de mieles en el mercado. Dependiendo del polen de unas flores u otras, la miel puede cambiar de sabor, de color e incluso de textura. Sin embargo, no todo lo que nos venden. Algunos empresarios, para maximizar sus beneficios, le echan algunos químicos a la miel pura para sacar más cantidad. Otras fábricas no la venden pura, si no que la pasteurizan. Vamos a ver qué formas tenemos para detectar si este beneficioso ingrediente es puro o nos la están colando.
1La ultrafiltración
Que no todas las mieles que nos venden en el supermercado, es algo cierto. Se puede detectar sobre todo en el precio en el que nos venden los tarros. Si la miel que compramos es demasiado barata, seguro que no va a ser pura.
Según algunos estudios, el 76% de la miel que se vende en los mercados, ha sido sometida a un proceso cuyo nombre se llama ultrafiltración. Este proceso hace que la miel no sea pura y artesanal, si no industrial y de peor calidad.
Antes de comprar una miel por su envase vistoso o por cualquier otro elemento que no esté relacionado con la miel, párate a leer la etiqueta. También el precio. Como hemos dicho, la miel barata, seguro que no es pura.