Especial 20 Aniversario

De Gran Hermano a MYHYV: la transformación física de Nagore Robles

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Si uno coge a un personaje habitual de la televisión y se molesta en buscar imágenes suyas desde sus inicios en la “caja tonta” hasta la actualidad, es casi prácticamente seguro que se llevará una gran sorpresa. La gente, todos nosotros, cambiamos muy rápido y mucho más de lo que nos pensamos, pero apenas nos damos cuenta. No obstante, quienes salen en televisión van dejando un rastro muy evidente que nos permite seguir su evolución y sorprendernos con sus metamorfosis. Ese es el caso, entre otros muchos, de la presentadora Nagore Robles.

El mundillo televisivo es, por definición, un mundo en el que la imagen es lo más importante. Quien quiera dedicarse a eso, como hace Nagore Robles, poco menos que tiene que firmar un pacto con el diablo. Es necesario tener un aspecto eternamente joven, siempre renovado, siempre impecable ante las cámaras. Ni un desliz estético tolera la tele, y menos aún la televisión en la que se emplea Nagore Robles: MHYV, Gran Hermano, Sálvame y otros formatos por el estilo. Desde los inicios de su carrera, allá por el año 2009 como concursante de Gran Hermano, su aspecto físico ha dado un cambio más que notable.

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Nagore Robles en MYHYV

Mucho más que Gran Hermano y que cualquier otro programa, ha sido en MYHYV donde Nagore Robles ha labrado su reputación y donde ha llevado a cabo la mayoría de su trabajo. La vasca lleva, de una forma u otra, desde 2013 colaborando con el programa de los tronistas y los pretendientes. Entre 2013 y 2018, Nagore Robles fue asesora del amor y por sus manos pasaron decenas de parejas, que ella aconsejó o desaconsejó con su estilo y su retórica falta de contemplaciones y de paños calientes.

En todo este tiempo, ya casi ocho años, hemos visto evolucionar el aspecto físico de Nagore Robles. Como es natural, una persona no es igual a los 30 años que a los 37, y la televisiva vizcaína ha evolucionado con dignidad y sin aspavientos. Y ahí sigue, al pie del cañón y sin amilanarse ni perder un ápice de su energía y su ilusión.

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