El FC Barcelona alcanzó la gloría en el 2015 al conquistar un nuevo triplete en su palmarés, gracias a un juego excelso y un poco más directo que en otros años; pero con la posesión característica de bandera. Esa final contra la Juventus fue realmente sublime y pese a las dificultades se impusieron de gran forma; no obstante, paradójicamente esa fue la última noche realmente impresionante del club azulgrana que a partir de allí a pasado sin pena ni gloria en una competición que se ha convertido más una fábrica de tristezas que la bendición que debería significar.
Desde esa ocasión en el 2015, el conjunto blaugrana se ha presentado en distintos escenario y aunque en algunos de ellos los árbitros los hayan salvado, en siguiente ocasión la caída ha sido mucho peor que si los hubieran dejado fuera en las primeras de cambio. El ridículo que han sufrido ha sido monumental en los últimos años y una vez más vuelven a experimentar esa sensación ante una Juventus que les ha agarrado la medida, pero se nota aún más el pesar en este Barça que, sin duda, es el que peor nivel ha exhibido en los últimos tiempos. Las derrotas han sido duras, pero ya hay tantas que a muchos barcelonistas les costará saber cual es peor.
4En Roma no hubo explicación
Un año antes de la debacle de Anfield también vivieron otra noche negra y esta vez en la ciudad eterna: Roma. Allí llegaban con un amplio favoritismo tras vencer en la ida de los cuartos de final al conjunto romano por 4-1; sin embargo, los fantasmas aparecerían y cuando muchos bromearon una remontada que sería milagrosa, pues esta se originó de una forma tan sorprendente como épica con un AS Roma que siempre creyó en sus posibilidades ante este Barcelona.
Dzeko se encargó de abrir el marcador muy temprano para darle esperanzas a un equipo formidable. Después, antes de la hora de partido, el bosnio se coló en el área y un jalón de Piqué provocó el penal que marcaría De Rossi para dejar la eliminatoria a solo un gol de la remontada de la Roma; algo que sucedería gracias al tanto de cabeza de Manolas. El griego le dio la puntilla final a un Barcelona que se impuso en LaLiga y en la Copa del Rey, pero que una vez más quedó a deber en la Champions; en la que dio muestras de que ya tenían heridas que no se habían curado.