Uno de los órganos fundamentales para el desarrollo normal de un embarazo es la conocida placenta. Es precisamente por su importancia que puede convertirse en algo crítico para tu salud y la del embrión si esta se ve afectada por alguna razón.
Por ello, si estas a la espera de un nuevo bebé o planeas tenerlo, es necesario que conozcas todo lo referente a este órgano para que informes y tomes respectivas precauciones.
¿En qué consiste la placenta?
La placenta es un órgano temporal que se forma a partir del comienzo de un embarazo, y se encarga en su totalidad de establecer la conexión necesaria entre el feto y su madre.
Estudios demuestran que este órgano tiene un origen fetal, es decir, comparte el mismo ADN que el bebé. Debido a ello, muchos estudios prenatales se basan en exámenes realizados directamente en la placenta.
Su formación tiene lugar en la pared uterina, donde comienza a crearse desde la segunda semana de embarazo hasta máximo el cuarto mes, sin embargo permanece en constantes cambios hasta el momento del parto.
Principales funciones de la placenta
La placenta tiene funciones muy concretas durante un embarazo. Como mencionamos, mantiene unido al bebé con la madre y esto lo logra mediante el cordón umbilical.
Así es, gracias a este órgano que se forma ese conducto tan importante para que el feto pueda desarrollarse plenamente, permitiéndole alimentarse con lo que tú le proveas y pueda crecer y madurar.
Ofrece oxígeno y nutrientes esenciales durante toda la estadía del bebé en el útero y regula el flujo de sangre. También se encarga liberar cualquier desecho que pueda resultar tóxico, direccionándolo hacia los riñones de la madre donde será expulsado para evitar daños.
Por último, fabrica las hormonas necesarias para que la madre complete el embarazo y su cuerpo se adapte a los cambios que eso requiere, como el desarrollo de las mamas, el metabolismo materno y la estimulación del bebé.
Complicaciones placentarios comunes
Si bien es cierto que la placenta es vital para la nutrición y protección del bebé, del mismo modo es un órgano muy delicado que puede causar complicaciones durante e incluso después del embarazo. Estos son algunos de los riesgos placentarios más comunes:
Placenta previa:
Comúnmente conocida como placenta baja, ocurre cuando este órgano llega a ubicarse muy cerca del cuello uterino, cerrando completa o parcialmente su abertura y causar sangrado. Es uno de los primeros riesgos que pueden ocurrir puesto que se da en los primeros meses.
Desprendimiento de placenta:
En este trastorno, la placenta se separa de la pared uterina completa o parcialmente. De cualquier manera, puede resultar en una emergencia tanto para el embrión como la madre, ya que no estaría transmitiendo oxígeno y nutrientes, además de que genera sangrado constante.
Placenta adherida:
Es lo contrario al caso anterior, aquí es cuando la placenta se mantiene pegada al útero incluso después de haber nacido el bebé, es posible que cause una pérdida grave de sangre en la madre.
Placenta retenida:
En todos los casos de parto natural, se requiere la expulsión de la placenta después de que nazca el bebé. Para ello algunas veces basta con pujar nuevamente, pero en situaciones suele complicarse y quedar atascada. Si no se expulsa a rápidamente, puede generar graves infecciones.
Los síntomas pertenecientes a cada uno de estos problemas, se presentan diferentes en cada embarazada con mayor o menor intensidad. Algunas, de hecho, ignoran las molestias asumiendo que son normales.
Así que en términos generales, si sientes contracciones uterinas, sangrado leve o moderado, dolor de espalda y abdomen recurre al médico que esté a cargo de tu embarazo para descartar cualquier problema.
Factores de riesgo para la placenta:
Son variados los factores que pueden intervenir y afectar directamente con tu placenta durante un embarazo en desarrollo o a futuro. Estos riesgos pueden depender directa o indirectamente de la madre, pero nada es del todo acertado. De hecho, hay estudios que han encontrado partículas de contaminación del aire y metales en placentas de embarazadas.
La edad de la madre, por ejemplo, podría considerarse un riesgo si el embarazo se da después de los 40 años, aunque existe una minoría casos ocurridos a esta edad y que no presentaron problemas. Otro aspecto a considerar es que la dieta de la madre afecta los genes del hijo.
Tener realizadas cirugías de útero o presentar trastornos abdominales o de coagulación sanguínea desde antes de tu embarazo también puede terminar manifestando inconvenientes con tu placenta.
Por último pero no menos importante, si ya has pasado por un embarazo que te generó complicaciones con tu placenta y estás pensando en tener otro, debes en primer lugar consultarlo con tu médico y verificar que sea seguro. Este riesgo es propenso a repetirse.
Recomendaciones
Este tipo de trastornos placentarios normalmente aparecen de forma espontánea por motivos del desarrollo del mismo embarazo. No existe una forma en concreto de evitarlo, pero si puedes tomar en cuenta ciertas recomendaciones para llevar un embarazo más sano.
– No consumas sustancias adictivas como cigarrillo, tabaco, pipas, algún tipo de bebida alcohólica o drogas.
– Asiste a consulta con tu médico regularmente para chequear que tu embarazo este marchando correctamente.
– Mantente atenta a tus síntomas en todo momento, cualquier sangrado o dolor abdominal podría convertirse en algo mayor.
– Incluye frutas y verduras a tu dieta diaria, una buena alimentación te ayudara a tener un excelente desarrollo en todo tu embarazo.
Estés o no embarazada en este momento, este tipo de información es muy valiosa de conocer pues son cambios naturales en el cuerpo femenino y además, forma parte del increíble proceso de crear una nueva vida y que debe disfrutarse durante toda su duración.
Son muchos los riesgos que esto puede traer consigo, pero con cuidados especiales y buenos hábitos se puede concluir de manera perfecta y te aseguramos que a partir de ahí, todo será felicidad en tu nueva etapa como madre.
Para concluir, te recordamos que nunca debes dejar pasar por alto cualquier síntoma, si bien es cierto que un embarazo trae molestias normales, muchos otras no lo son y podrían resultar siendo algo grave.