Un nuevo capítulo está a punto de escribirse en la guerra que mantienen Isabel Pantoja y Kiko Rivera desde hace casi dos meses. Y es que, según aseguran diferentes fuentes, madre e hijo podrían encontrarse dentro de muy poco para intentar solucionar la penosa situación a la que han llegado en los últimos tiempos. Al parecer, esta reunión podría producirse en Cantora – de donde la tonadillera se niega a salir – y una tercera persona o intermediario estaría implicado para facilitar este reencuentro vital para los intereses de ambos.
Lejos de lo que podamos pensar, Kiko no piensa para nada en «fumar la pipa de la paz» con su madre, sino en aclarar todo lo relacionado con la herencia de su padre, para lo que sus abogados están recabando una gran cantidad de información que podría deparar muchas sorpresas.
Nada más conocer esta sorprendente información, el Dj desembarcaba en Madrid, no sabemos si para arreglar los flecos de su fichaje por la productora «Universal» o para conceder alguna entrevista relacionada con los últimos y convulsos acontecimientos que han sacudido su vida personal. Tan serio como en él es habitual, y sin abrir la boca ni siquiera para dar las buenas tardes – como le reprochó recientemente Ana Rosa Quintana – Kiko ha vuelto a hacer gala de sus malos modales.
Así, apresurado, cabizbajo y mudo – como suele estar cuando no hay un cheque de por medio – el marido de Irene Rosales ha evitado hablarnos de la posible reunión en Cantora con su madre ni confirmarnos si es verdad que hay una tercera persona acercando posturas entre ellos.
En su línea, Kiko tampoco se ha pronunciado sobre la demanda de Ramón Calderón – por las polémicas declaraciones que el Dj hizo sobre su papel del abogado en la gestión que Isabel Pantoja hizo de su parte de la herencia de Paquirri, llamándole «sinvergüenza» y acusándole de pertenecer a una «trama» con su madre – ni sobre la contestación del segundo requerimiento notarial que Francisco y Cayetano interpusieron contra la tonadillera para que les devolviese los objetos de su padre.
Como no podía ser de otra manera, Kiko baja la cabeza y huye para no pronunciarse sobre la negativa de su madre a entregar las cosas de su padre y sobre si es cierto que estaría dispuesto a testificar a favor de sus hermanos Francisco y Cayetano si denuncian por lo civil a la tonadillera.