La empresa spin-off del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Bionicia, ha lanzado la primera mascarilla biodegradable, que tiene una eficacia de filtración bacteriana superior a un 92% y de filtración de aerosoles mayor a un 85%.
Esta mascarilla protege el medio ambiente, ya que se biodegrada como materia orgánica. La empresa revertirá parte de los beneficios de la venta a los proyectos de investigación y desarrollo que realiza el CSIC, ha indicado la UJI en un comunicado.
El desarrollo de los filtros antivirales biodegradables para la fabricación de máscaras de protección ha estado liderado por el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA) del CSIC junto con la empresa Bionicia S.L. y la unidad asociada del CSIC en Tecnología de Polímeros de la UJI, dirigida por el profesor del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Diseño Luis Cabedo.
El investigador del CSIC y líder del equipo que ha desarrollado el filtro de nanofibras PROVEIL, José María Lagarón, ha manifestado que «desde el inicio de la pandemia nos dimos cuenta de que el uso masivo de los dispositivos profilácticos se iba a convertir en un problema adicional desde el punto de vista medioambiental porque iba a redundar en una mayor contaminación con materiales plásticos adicionales».
De este modo, el cuerpo de las nuevas mascarillas es 100% compostable y el clip nasal es de acero inoxidable 100% reciclable. Sin embargo, se recomienda separar las gomas de sujeción que no son compostables al igual que con el resto de las mascarillas.
Además, para prevenir la inhalación de microorganismos derivados del uso propio de la mascarilla, se puede desinfectar con pulverizaciones de solución alcohólica al 70% sin perder sus capacidades óptimas de filtración y se debe evitar introducir en agua o soluciones acuosas.
«Las mascarillas desechadas se podrán depositar en el contenedor marrón de materia orgánica para que una vez en el vertedero se biodegraden en el suelo o se lleven a las plantas de compostaje industrial para biodegradarse con el resto de la materia orgánica, transformándose en CO2 y abono», ha señalado Lagarón.
La directora de Marketing de la spin-off del CSIC, Paola Dezi, ha asegurado que en Bioinicia «tenemos como prioridad la salud de la población a largo plazo, por eso trabajamos para mejorarla hoy, pero también para dejar un mejor legado a las generaciones futuras.
La Unidad Asociada del CSIC de la UJI en Tecnología de Polímeros ha sido la encargada de estudiar los niveles de biodegradación de los materiales desarrollados, con la colaboración del Instituto Universitario de Medio Ambiente y Ciencias Marinas (IMEDMAR) de la Universidad Católica de València.
El equipo formado por Luis Cabedo, José Gámez, Patricia Feijóo, Anna Marín y Estefanía Sánchez ha realizado un estudio de la biodegradabilidad de las máscaras en el medio terrestre y marino con pruebas de laboratorio y también en condiciones reales.
Las pruebas de laboratorio han medido igual para el suelo que para el medio marino la biodegradación última de los componentes para asegurarse de que no se generan microplásticos y que todo el material se transforma en CO2 y agua.
También han medido en el medio marino su biodegradación con la introducción de unos prototipos en las instalaciones de la costa mediterránea que la Universidad Católica de València tiene en Calp (Alicante).