Es difícil muchas veces elegir entre el deber y el placer. De hecho, es uno de los grandes problemas de la existencia humana: ¿hacemos lo que debemos hacer y se supone que es bueno para nosotros, u optamos por aquello que nos procure más placer? Puede pasarnos eso mismo con el alioli, entre otros miles de ejemplos. ¿Nos hacemos una deliciosa salsa alioli para acompañar unas patatas fritas, o nos abstenemos de ese placer que tanto engorda y tan poco nos conviene?
Pues al menos por esta vez puedes estarte tranquilo. Y es que es posible prepararse una “falsa” salsa de alioli, con un sabor y una textura casi idénticas, y que además no engorde nada. Es cierto que la salsa alioli, siguiendo la receta tradicional, tiene muchas más calorías de las recomendables y nos va a hacer acumular grasa en el organismo. Por eso, si este es un tema que te preocupa puedes pasarte sin problemas al “falso alioli”.
3Conseguir textura de alioli
El secreto y la dificultad, aunque no excesiva, de esta receta está en conseguir la misma textura que tiene el alioli tradicional. Conseguirlo pasa por acertar en la cantidad de exacta de agua que le echamos a la mezcla. Si nos pasamos de la raya, la salsa perderá sabor y tendrá una textura aguada. Lo mejor es echar poca agua de primeras y, en caso de que nos quede la salsa muy espesa, ir añadiéndole poco a poco.
La cantidad de agua ha de ir en proporción a la cantidad de queso que le eches o al tamaño del huevo cocido. En este aspecto cada cual debe ir jugando con las cantidades hasta dar con la proporción necesaria y a su gusto, tanto de agua como de sal. El agua, por cierto, puede sustituirse por la misma cantidad de vinagre o de zumo de limón, aunque el sabor será entonces ligeramente distinto. Está en tu mano como quieras disfrutar de esta salsa y con qué acompañarla.