La Audiencia Nacional ha fijado para el 9 y 10 de diciembre el juicio contra la exjefa de ETA María Soledad Iparragirre, alias ‘Anboto’ o ‘Marisol’, por colocar en mayo de 1985 un coche bomba en las inmediaciones del polideportivo de Mendizorroza, en Vitoria, con el objetivo de acabar con la vida de los policías nacionales –al menos 21– que iban a prestar servicios de vigilancia con motivo de un encuentro deportivo, han informado fuentes jurídicas a Europa Press.
El juicio –el tercero al que se enfrenta desde que fue entregada por Francia el año pasado— estaba previsto para el pasado 24 de noviembre pero tuvo que ser suspendido por el fallecimiento de un familiar de un abogado.
La Fiscalía solicita para Iparragirre 488 años de prisión como autora de 20 delitos de asesinato en grado de frustración con concurrencia de alevosía, un delito complejo de atentado a agentes de la autoridad en grado de frustración y un delito de estragos en grado de frustración. Añade que concurre además la circunstancia agravante de reincidencia en el delito.
Según recuerda el Ministerio Público en su escrito de acusación provisional, ‘Anboto’ –que no tenía antecedentes penales en el momento de los hechos– junto a Francisco Javier Arizkuren ‘Kantauri’, Juan Carlos Arruti y un tercero conformaron en 1985 el denominado ‘Comando Araba’de ETA. Fue en mayo cuando decidieron «situar un artefacto deflagrante y provisto de gran cantidad de metralla en el polideportivo».
Querían «causar la muerte de un número no determinado, no inferior a 21, de miembros de la Policía Nacional», señala la Fiscalía para luego añadir que el objetivo era que el coche bomba explotara cerca de tres furgonetas policiales con una dotación de siete agentes en cada una.
Según el plan trazado por los etarras, harían estallar el artilugio antes de la hora de comienzo del partido, a las 17.00 horas del 21 de mayo «con la intención no solo de acabar con la vida de los policías, sino también de causar importantes destrozos en vehículos estacionados» en la zona y en las propias instalaciones deportivas.
Para la preparación de la bomba, compuesta por 25 kilos de goma 2 y 100 kilos de tornillería –del tipo tirafondos, usados en vías férreas–, Soledad Iparragirre contó con el concurso de los ya condenados Santos Berganza y José Miguel Suescun.
Tras fabricar el artefacto, los etarras se apoderaron a punta de pistola de dos vehículos y custodiaron a los propietarios de los mismos con el objetivo de no soltarlos para que no dieran la voz de alarma.
Entonces, ‘Kantauri’ y ‘Anboto’ instalaron el artefacto explosivo en uno de los dos vehículos, y es ella la que condujo el coche bomba hasta Mendizorroza, donde lo aparcó en las inmediaciones del lugar donde solían estacionar las furgonetas policiales los días de partido. «Ubica el vehículo orientado hacia las taquillas con el temporizador conectado», se indica en el escrito de Fiscalía.
Una vez estacionado, la etarra ordenó vigilar y controlar la zona, y le señalaron que «la cosa está mal» ante la gran afluencia de público al estadio y la presencia de muchos policías. Con esa información, ‘Kantauri’ y ‘Anboto’ se traslaron al estadio para comprobar si todo estaba en orden, y luego regresaron al domicilio en el que se alojaban.
Para entonces la policía ya estaba alertada de las dos sustracciones de los vehículos y había localizado el coche bomba sobre las 14.00 horas, de hecho los Tedax lo desactivaron «con riesgo para sus vidas».
Por este motivo, y ante el riesgo de ser detectados, los etarras desistieron de realizar la acción, y cuando se produjo la llamada telefónica a la DYA avisando de la colocación del artefacto, ya había sido desactivado.