El Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira abre hoy al público la exposición ‘Quebrada de Humahuaca: arte en el paisaje. Narrativas e imágenes de sociedades agro-pastoriles en los Andes de Argentina’, que recorre con ayuda de paneles y gráficas el arte rupestre de la provincia argentina de Jujuy.
Este arte, de entre 500 y 2.000 años de antigüedad, se ha revelado como la firma arqueológica de las sociedades que habitaron este entorno, incluido en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco como Paisaje Cultural Continuo, ha informado el museo nacional.
La Quebrada de Humahuaca, ubicada en uno de los accesos naturales que comunica las tierras altas de las montañas con las tierras bajas del este de Sudamérica, ha sido habitada durante más de 10.000 años.
Su arte rupestre presenta unas características propias y está vinculado con los procesos socio-económicos y políticos del espacio que ocupa.
Conserva imágenes de hace unos 2.000 años que trasladan al visitante a un tiempo en el que la extensión de territorios de pastoreo de las llamas derivará en conflictos en torno al rebaño.
En la Cueva del Indio las figuras humanas aparecen rodeadas de llamas, en una escena de batalla que parece estar representando una emboscada.
También entre estas imágenes destaca la aparición de llamas «señaladas», una práctica social y ritual que consiste en marcar físicamente a los animales con pompones de lanas de colores.
En el Abrigo de los Emplumados, las llamas «señaladas» se asocian a figuras humanas vestidas con mantos de plumas tricolores y tobilleras contiguas a motivos geométricos complejos.
Para la comisaria de la exposición, María Isabel Hernández Llosas, la asociación de estos elementos muestra la relación entre las llamas, los personajes con atuendos específicos y los motivos geométricos que identifican pertenencias grupales o jerarquías sociales.
El último arte rupestre se adscribe a los momentos de anexión al Imperio Inca y, finalmente, a la invasión española, con escenas que reproducen las guerras de resistencia y rebelión.
El arte de la Quebrada está realizado sobre superficies rocosas. Las pinturas, más frecuentes, aparecen en afloramientos con oquedades poco profundas y ubicadas en quebradas altas.
Sus escenas varían, con figuras pintadas en colores negro, blanco, amarillo o rojo en un tamaño que en algunos casos llegar a ser diminuto, pero manteniendo la maestría, o más grandes, realizadas con pinceles más gruesos y sin el detallismo precedente.
Los sitios con grabados son escasos, de momentos tardíos y se ubican en rocas expuestas a cielo abierto.
CICLO DE EXPOSICIONES
Con esta exposición, financiada por el Ministerio de Cultura y Deporte, el Museo de Altamira continúa la línea de exposiciones temporales que inició en 2019 con Color y poder dedicada al arte rupestre de Drakensberg en Sudáfrica.
Estas exposiciones presentan sitios con arte rupestre de los cinco continentes, comisariadas por investigadores miembros de la red internacional Rock Art Network de la que es miembro la directora del museo, Pilar Fatás.
Esta red reúne a 40 profesionales del arte rupestre de muy diversas disciplinas con el objetivo de trabajar en la protección, conservación, investigación y divulgación de los valores del arte rupestre, «un bien tan frágil como universal», explica Fatás.
En el seno de esta red se han creado sinergias que están viendo sus frutos en acciones conjuntas como esta línea de exposiciones que el Museo de Altamira está presentando desde 2019 para dar a conocer sitios con arte rupestre, a priori, desconocidos para sus visitantes, ha indicado.
La comisaria Hernández es arqueóloga e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, y tiene una reconocida trayectoria entre universidades nacionales de Argentina y Ecuador, y organizaciones como ICOMOS o Getty Conservation Institute en Los Ángeles, California.