La mascarilla se ha convertido en otro añadido más que coger antes de salir de casa, junto a las llaves, la cartera y el móvil. Es un factor importante en la sociedad de la nueva normalidad hasta que su uso ya no sea obligatorio, para lo que habrá que aguantar aún bastantes meses. Llevar una mascarilla homologada es protección tanto para nosotros como para los demás, y por supuesto que es incómodo, no lo vamos a negar, pero hay que llevarla. Cuando la llevamos durante mucho tiempo de forma prolongada es incómoda, pueden doler las gomas en las orejas o incluso puede provocar sensación de falta de aire. Por ello, vamos a ver qué hacer para que la mascarilla no te ahogue.
Por otro lado, las mascarillas FFP2 protegen tanto a la persona que la lleva como a los demás, por lo que está sellada, algo que puede provocar una mayor sensación de agobio. Pero hay que decir que estas mascarillas son sometidas a procesos de certificación o aprobación relacionados con distintas normas técnicas a nivel internacional. La respiración también es testada con estas mascarillas, por lo que estas mascarillas están diseñadas para retener partículas y dejar pasar el aire, por lo que la sensación de ahogo que podemos sentir está relacionada con factores no relacionados con la mascarilla que veremos a continuación.
1Por qué tenemos sensación de ahogo con la mascarilla
Han circulado bulos con respecto al hecho de llevar mascarilla y respirar bien. Recordemos que la respiración consiste en inhalar oxígeno y exhalar dióxido de carbono (CO2). Al tener la mascarilla se decía que se acumulaba el CO2 que expulsamos con la respiración en la mascarilla, pero esto no es así. Según los expertos, la sensación de ahogo que se produce al llevar mascarilla está más relacionada con la angustia y los nervios que provoca en algunas personas tener que llevar mascarilla. Y en este tipo de situaciones se produce lo siguiente:
- Respiramos de forma más rápida, por lo que se provoca de forma más fácil la hiperventilación, es decir, se produce un desequilibrio entre el nivel de oxígeno y el de dióxido de carbono en los pulmones, aumentando el primero y bajando el segundo.
- Por esto, el cerebro interpreta que falta dióxido de carbono en la sangre y envía una señal al cuerpo para que respire menos e intentar igualar los niveles de oxígeno y dióxido de carbono. De esta forma se produce la sensación de ahogo.