Las zonas costeras más pobladas y las desembocaduras de los ríos son los principales puntos calientes donde se vierte plástico que acaba en el fondo del mar, según un estudio realizado por Oceana que alerta del peligro de acumulación masiva de plásticos en las aguas españolas en algunos enclaves que pueden convertirse en «trampas de plástico».
La organización de conservación marina explica que más del 90 por ciento de las aguas españolas son de gran profundidad y que en esos puntos la retirada de residuos es prácticamente inviable. El informe revela también que las aguas españolas son muy susceptibles a acumular plásticos a consecuencia de la alta urbanización del litoral, el hecho de que el Mediterráneo sea un mar semicerrado y por la compleja geomorfología de los fondos profundos.
De hecho, el 92,4 por ciento de sus aguas está por debajo de los 200 metros de profundidad, lo que convierte a España en el segundo país de la Unión Europea en cuanto a la profundidad de sus mares. Así, refleja que esa riqueza en biodiversidad en cuanto a cañones, escarpes y montañas submarinas se convierten en «trampas de plásticos» de las que es «inviable retirar la basura».
De las costas españolas, según el estudio de la ONG, destaca la vulnerabilidad de la vertiente mediterránea, en especial el archipiélago balear, algunas zonas de Murcia y el Mar de Alborán. A esta le sigue la plataforma continental cantábrica, concretamente zonas próximas a Galicia, Cantabria y el País Vasco, son zonas consideradas de riesgo.
La directora de la campaña de Plásticos de Oceana en Europa, Natividad Sánchez, ha manifestado que el estudio muestra que España es «especialmente vulnerable» a la amenaza global de los plásticos y por ello «debe actuar de forma contundente.
En concreto, subraya que la legislación «debe responder a la realidad» del país, que es una elevada población en la costa, presión turística, mares semicerrados o profundos.
«Que no veamos los residuos no significa que no estén ahí, al contrario, los plásticos tienden a acumularse en los ecosistemas de profundidad y pueden tardar siglos en degradarse», advierte Sánchez.
Asimismo, recuerda que el 80 por ciento de los plásticos que se vierten al océano proceden de tierra y que la mayoría de las veces llegan allí a través del sistema de alcantarillado, o son arrastrados por tormentas o movidos por el viento desde entornos urbanos y canalizados a través de las desembocaduras, bahías y zonas fluviales.
En esa línea, el director de Expediciones de Oceana en Europa, Ricardo Aguilar, ha explicado que en quince años de investigación ha documentado «cientos» de localizaciones en aguas españolas y el punto en común entre todas ellas «siempre ha sido la presencia de basuras marinas derivadas de la actividad humana».
Aguilar añade que uno de los peligros más desconocidos es que las estructuras geomorfológicas a gran profundidad actúan como «trampas de plástico» y convierten a esos ecosistemas en «vertederos submarinos».
PROPUESTAS
En este contexto, la ONG reclama la creación de un marco legal ambicioso que aplique la Directiva 2019/904 de Plásticos de un Solo Uso en España e ir más allá de los mínimos marcados por la UE para reducir de forma drástica la llegada de plásticos al mar.
Para ello, Oceana propone medidas como eliminar vasos y recipientes de comida desechables en bares, restaurantes y edificios de la Administración, reducir el consumo de toallitas húmedas, eliminar las anillas de plástico de los packs de bebidas y la suelta de globos.
Además, pide fijar objetivos en la comercialización de envases rellenables, introducir un impuesto a productos de plástico de un solo uso no sanitarios y desarrollar protocolos de retirada de residuos del fondo del mar.