Una mayor calidad de carbohidratos ingeridos está asociada a un menor riesgo de padecer cáncer de mama, principalmente en mujeres premenopáusicas, según recoge un estudio con participación de investigadores del CIBER de Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), y publicado en la revista ‘Clinical Nutrition’.
El estudio ha analizado la relación entre el consumo de carbohidratos y el riesgo de padecer cáncer de mama, y los resultados reflejan que una mayor calidad de los carbohidratos ingeridos, es decir, aquellos con mayor contenido en fibra dietética, con menor índice glucémico, que dan preferencia a carbohidratos sólidos frente a los líquidos y de grano entero o integral, estaba asociada a un menor riesgo de padecer cáncer de mama.
Para la realización del trabajo se analizó la información de 10.812 mujeres participantes del proyecto SUN, que proporcionaron, al inicio del estudio, abundantes datos sobre sus hábitos de vida, ejercicio físico, historial médico, frecuencia de consumo de 136 alimentos; y factores reproductivos e historial familiar de cáncer de mama.
Estas mujeres, libres de cáncer de mama al inicio del estudio, fueron seguidas cada dos años durante una media de 12 años, tiempo en el que se confirmaron, mediante informes medicos, 101 casos nuevos de cáncer de mama.
Según explica Andrea Romanos, autora principal, encargada de presentar el estudio y que realiza su tesis con una ayuda predoctoral de la Asociación Española contra el Cáncer en Navarra, «a pesar de que gran parte de la información acerca del consumo de carbohidratos como fuente de energía se refiere a la cantidad de los mismos en la ingesta, es muy importante tener en cuenta la calidad de los nutrientes. Por ello, lo evaluamos en este estudio y pudimos observar que la calidad de estos era más relevante que la cantidad total de carbohidratos ingerida».
«Según estos resultados, vemos que es esencial reducir el consumo de productos como batidos lácteos, bebidas azucaradas, zumos comerciales o embotellados, pan blanco, bollería industrial, golosinas y chocolatinas; y aumentar el consumo de legumbres, frutas, hortalizas, verduras, cereales de grano entero, como trigo, avena, quinoa, y elegir el arroz, la pasta y el pan en sus versiones integrales», concreta la investigadora.
Además, «desde el punto de vista de la investigación, advertimos la importancia de no centrarse solo en la cantidad de carbohidratos a consumir, sino también en su calidad para la prevención del cáncer y otras enfermedades crónicas», concluye.