El equipo de investigación del proyecto Believe de la Universidad de Granada (UGR) ha determinado las numerosas alteraciones cerebrales que provoca la violencia de género en las mujeres maltratadas, en el que supone el primer estudio de este tipo que se realiza a nivel mundial utilizando técnicas de resonancia magnética estructural con una metodología de ‘cerebro completo’.
Este estudio, realizado en el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento, supone la primera investigación sobre las diferencias estructurales entre mujeres supervivientes y no víctimas utilizando esta metodología.
La mayoría de los estudios de neuroimagen previamente realizados con mujeres supervivientes se habían centrado en el estudio de una zona concreta del cerebro vinculada con el estrés postraumático. La presente investigación amplía el objetivo de estudio, analizando el cerebro en su totalidad.
Según explican los investigadores de la UGR Miguel Pérez y Natalia Hidalgo «se conoce ampliamente que la violencia de género provoca multitud de secuelas en las mujeres que la sufren, pero, sin embargo, han sido poco estudiadas las alteraciones cerebrales consecuentes a sufrir esta violencia».
En esta investigación participaron 60 mujeres de entre 18 y 62 años, a quienes se realizó una resonancia magnética estructural en el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la UGR para analizar su cerebro completo, esto es, las 160 áreas que lo componen. De ellas, 28 eran supervivientes de violencia de género.
MENOS VOLUMEN Y SUPERFICIE CEREBRAL
Los resultados de este estudio mostraron diferencias cerebrales estructurales entre las mujeres que no habían sufrido violencia de género y las víctimas en términos de área, volumen y grosor en el surco lateral y las áreas temporales, frontales, occipitales, parietales y límbicas.
Las mujeres víctimas de malos tratos mostraban menos volumen y superficie cerebral en surco temporal derecho e izquierdo, el giro inferior frontal, el córtex cingulado anterior izquierdo y el precúneus y occipital derechos, principalmente.
Además, el análisis morfológico mostró una relación entre las alteraciones en estas regiones y diferentes mecanismos causales potenciales, como las experiencias adversas sufridas durante la infancia, el estrés postraumático consecuente a la violencia, y diversas situaciones traumáticas sufridas durante las relaciones violentas, como son los intentos de estrangulamiento, los traumatismos cerebrales y la misma gravedad de la violencia.
«En nuestro estudio encontramos que un número importante de mujeres supervivientes de violencia de género muestran secuelas cerebrales tras la violencia. En estas mujeres, encontramos además una asociación de dichas alteraciones con determinadas experiencias adversas sufridas, como son el estrés postraumático, los intentos de estrangulamiento, traumatismos cerebrales provocados por su pareja y eventos traumáticos durante la infancia. Las alteraciones encontradas podrían así ser explicadas por estos posibles mecanismos causales», señala Hidalgo.
Una de las contribuciones de estos resultados es, precisamente, el descubrimiento de esta compleja interrelación entre diferentes variables relacionadas con la violencia de género que están provocando una serie de alteraciones cerebrales, no estudiadas ni evaluadas normalmente, pero que puede ocasionar consecuencias en la vida cotidiana de las mujeres supervivientes.