Las predicciones de un modelo de transmisión del SARS-CoV-2 en el entorno escolar apuntan que las escuelas pueden permanecer abiertas o reabrir con seguridad durante los períodos de gran difusión comunitaria de COVID-19, si se siguen las precauciones adecuadas tanto en la escuela como en la comunidad.
El cierre de escuelas durante la pandemia de COVID-19 se ha basado predominantemente en modelos de transmisión de la gripe pandémica. Sin embargo, los autores de este estudio señalan que la evidencia científica reciente sugiere que «los niños menores de 10 años son menos susceptibles a la infección del SARS-CoV-2 y raramente transmiten la infección a los adultos o a los compañeros de escuela».
Para su estudio, los investigadores de la Universidad de Vermont adaptaron un modelo previamente publicado utilizando datos de Shangai (China) para investigar el impacto de las escuelas abiertas en la propagación comunitaria de la infección por el SARS-CoV-2.
Una característica fundamental del modelo es la medición de la estructura de contactos en todos los grupos de edad, centrándose en la tasa de contactos diarios en la comunidad y en los contactos sociales en la escuela, y en la forma en que la reducción de la frecuencia de los contactos afecta al riesgo de transmisión.
En su trabajo, publicado en la revista ‘BMC Public Health’, el equipo combinó las pautas de contacto observadas entre diferentes grupos de edad durante los períodos de confinamiento anteriores y posteriores a la pandemia para simular varios niveles de reapertura de escuelas y también ensayó esos efectos en una serie de estimaciones de tasas de susceptibilidad más bajas a la infección en los niños más pequeños.
El modelo ayudó a identificar las condiciones que apoyarían el mantenimiento de las escuelas abiertas. Lo ideal es que el número promedio de contactos sociales diarios en la comunidad se reduzca a cerca del 40 por ciento de la línea de base prepandémica, y que el total de contactos para los niños de 10 a 19 años se reduzca al 33 por ciento de la línea de base prepandémica. Si esto se puede lograr, sería factible tener escuelas abiertas incluso a partir de un punto de transmisión importante en la comunidad.
«En otras palabras, las restricciones necesarias en la comunidad con una cuidadosa mitigación para los niños mayores es el compromiso que permitirá que las escuelas permanezcan abiertas. Las escuelas deberían ser las últimas en cerrarse y las primeras en reabrirse», explican los autores.
El estudio demuestra cómo considerar una combinación de diferentes medidas es beneficioso para crear un camino para que las escuelas estén abiertas en la medida de lo posible, dentro de un conjunto más amplio de restricciones. «No se trata solo de la escala de las restricciones, sino también de cuán específicas son estas restricciones, porque la estructura de los contactos es importante», reflexiona el autor principal, Laurent Hébert-Dufresne.