Después de 16 años como embajadora de Lancôme y un contrato al que Inés Sastre soli*a referirse con humor como «su marido rico», gracias al que tiene una economi*a ma*s que saneada con propiedades en Pari*s, Londres _que planea vender_ y Sotogrande (Ca*diz), y tras varias películas e, incluso, una distinción honorífica otorgada por el Ministerio de Cultura de Francia, las tres décadas de Inés Sastre en París han representado una etapa vital que ahora procede a cerrar.
Ahora, confirma su regreso a España protagonizando la última portada del año de Vanity Fair. Sastre vuelve a hablar con la revista ocho años después de su anterior entrevista en la que se declaraba «más castellana que nunca». La modelo afirma que este es un buen momento para volver a España y aclara que retirarse no entra en sus planes «Seguiré haciendo campañas. Empecé muy bien el año con la portada de Vogue y mi último shooting fue antes del confinamiento. Ha habido un parón en la industria, pero yo espero y confío que el sector se recupere pronto», cuenta.
En la entrevista habla sobre su carrera y asegura que, a pesar de empezar muy joven como modelo, los focos nunca le afectaron. «He ido creciendo con ello» declara, mientras asegura que «la mía ha sido una carrera muy progresiva». Comenzó con tan solo 12 años en un anuncio de McDonald’s y su inmersión en el mundo de la moda fue muy atípica en comparación con el resto de modelos. Se inició como actriz, apareciendo en la película El Dorado de Carlos Saura, uno de los 15 largometrajes que ha protagonizado. Sastre guarda muy buenos recuerdos de esa época, en especial de sus comienzos con Saura, quien se convertiría en uno de sus buenos amigos, casi en familia. «Recordé el rodaje en Costa Rica, donde pasamos cuatro meses. Las condiciones eran duras, pero como Carlos siempre había querido tener una hija me trató como tal y lo recuerdo como una experiencia fabulosa. Ahora que estoy en Madrid no veo el momento de comer con él, con la familia», explica.
Con una vida delante de los focos y las pasarelas, su vida ha estado sembrada de grandes titulares, en muchos casos relacionados con su vida sentimental. Cuando se caso*, la prensa inglesa recopilo* sus «11 Mr. Equivocados», entre ellos el playboy brita*nico Tim Jeffries, el actor Billy Zane o el golfista Colin Montgomery. Se la ha relacionado con Luis Alfonso de Borbo*n: «Nunca fuimos novios, sino amigos. Todavi*a coincidimos en acontecimientos familiares de su hermana, Cynthia Rossi, que es i*ntima amiga mi*a». En su historial de conquistas han llegado a situar hasta el rey de Espan*a. «Entonces yo era una enana y me lo tome* como un rumor ma*s», dice esquiva esta mona*rquica sin ambages. «Siempre lo he sido y siempre lo he dicho. Los reyes esta*n haciendo un gran trabajo. Don Felipe y la reina, que por cierto estaba muy guapa en los Premios Princesa de Asturias».
Fruto de su único matrimonio, el que mantuvo con el empresario italoamericano Alex Corrías entre 2006 y 2007, nació su hijo Diego, la razón por la que se ha mudado a Madrid. «Para Diego era muy importante volver a su país, a sus orígenes. Si hubiera esperado más, habría sido más complicado. Se iba a quedar en tierra de nadie: ni español, ni francés ni italiano», reconoce. La conexión familiar y la búsqueda de raíces es, sin duda, la gran motivación de Sastre para dejar atrás 30 años en París. «La vida consiste en ir pasando etapas, y en esta nos tocaba dejar Francia», confirma.