Cualquiera que tenga un smartphone, es decir, todo el mundo, ha experimentado esto en alguna ocasión. Esa compulsividad por utilizar el teléfono y consultar algo, o la angustia por no tenerlo a mano y estar “desconectados” de las cosas que pasan. Pasamos más de tres y más de cuatro horas diarias pegados a la pantalla de nuestro teléfono. Y van ya unos cuantos años desde que los smartphones llegaron a nuestra vida. No es extraño entonces que ese hábito tan recurrente,rozando con lo adictivo en ocasiones, haya modificado nuestro carácter y nuestra personalidad.
Al fin y al cabo, la mente y la conducta de los seres humanos es muy moldeable. Basta que cambien las circunstancias a nuestro alrededor para que, tarde o temprano, nuestros hábitos vayan modificándose poco a poco. En el caso de los smartphones, no ha sido tan poco a poco como pensamos. Ha sido cuestión de pocos años, y hemos visto nuestra vida, nuestra forma de relacionarnos absolutamente alterada. ¿Quién hubiese creído, hace diez o quince años, que íbamos a mirar el móvil unas ochenta o noventa veces al día? El poder de las tecnológicas para “engancharnos” al móvil y a sus aplicaciones es muy superior al que nos gustaría pensar.
5Tiempo de pantalla
Los investigadores trataron también de determinar de qué modo las personas perciben la cantidad de tiempo que emplean en mirar el teléfono móvil. “Comparamos los datos que nos daba la aplicación con el tiempo que los usuarios creen que gastan con el smartphone”, cuentan en el estudio, “y descubrimos que el 71% de los participantes creían pasar con el móvil más tiempo del que realmente pasan. Por el contrario, hay un 17% que cree pasar mirando la pantalla menos tiempo del que nos indica la aplicación de su teléfono”.
Para los científicos al frente de la investigación no son muy sorprendentes los vínculos hallados entre uso del smartphone e impulsividad. Ya estudios e investigaciones previas habían apuntado en esa dirección, y vinculaban el abuso de los smarthpones con ciertos trastornos conductuales. Lo que sí que les sorprendió a estos psicólogos fue el mucho tiempo que emplean algunas personas en redes sociales y aplicaciones de videojuegos. Varios de los participantes en el experimento empleaban más de 10 horas diarias en estar mirando la pantalla de su móvil.