El antidepresivo fluvoxamina parece evitar que las infecciones por COVID-19 empeoren y puede ayudar a prevenir que los pacientes requieran ingreso hospitalario, según sugiere un ensayo aleatorio y doble ciego de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia (Estados Unidos).
El ensayo clínico comparó la fluvoxamina con un placebo en 152 pacientes externos adultos infectados con el coronavirus. Ninguno de los participantes que recibieron fluvoxamina sufrió «deterioro clínico» después de 15 días, mientras que seis pacientes que recibieron placebo sí. De esos seis, cuatro fueron hospitalizados, por períodos que oscilaron entre cuatro y 21 días. Uno necesitó ventilador mecánico durante 10 días.
Si bien el tamaño del estudio fue pequeño, los investigadores apuntan que los resultados son estadísticamente significativos y que la fluvoxamina merece un estudio adicional como tratamiento de COVID-19. Por ello, planean lanzar un ensayo más grande en las próximas semanas.
«Los pacientes que tomaron fluvoxamina no desarrollaron serias dificultades respiratorias o requirieron hospitalización por problemas con la función pulmonar. La mayoría de los tratamientos de investigación para COVID-19 se han dirigido a los pacientes más enfermos, pero también es importante encontrar terapias que eviten que los pacientes se enfermen lo suficiente como para requerir oxígeno suplementario o tener que ir al hospital. Nuestro estudio sugiere que la fluvoxamina puede ayudar a llenar ese nicho», explica uno de los líderes del estudio, Eric J. Lenze, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington.
Los investigadores descubrieron el año pasado que la fluvoxamina puede detener la inflamación mortal conocida como sepsis, en la que la respuesta inmunológica se descontrola. El fármaco redujo la producción de citoquinas, que han sido relacionadas con las tormentas de citoquinas potencialmente mortales que se cree que ocurren en casos severos de COVID-19.
Esa conexión impulsó al equipo a investigar la posibilidad de que la fluvoxamina pudiera tener un efecto protector para los pacientes con COVID-19. Tal vez, pensaron, el fármaco podría ayudar a prevenir las reacciones excesivas del sistema inmunológico desencadenadas por este extraño nuevo coronavirus. Y su trabajo, publicado en la revista ‘Journal of the American Medical Association’, sugiere que podría ser así.
«Debido a que los elevados niveles de citoquinas se han asociado con la gravedad de COVID-19, probar la fluvoxamina en un ensayo clínico tenía mucho sentido para nosotros. Todavía no tenemos claro el modo de acción de la fluvoxamina contra el SARS-CoV-2, pero se está investigando para encontrar la respuesta», señalan los autores.
«Hay varias maneras en que este fármaco podría funcionar para ayudar a los pacientes de COVID-19, pero creemos que lo más probable es que esté interactuando con el receptor sigma-1 para reducir la producción de moléculas inflamatorias. Investigaciones anteriores han demostrado que la fluvoxamina puede reducir la inflamación en modelos animales de sepsis, y puede estar haciendo algo similar en nuestros pacientes», avanza otra de las autoras, Angela M Reiersen.
Los investigadores subrayaron que había varias limitaciones en su investigación. Además de su pequeño tamaño, el ensayo se vio obstaculizado por otros factores, entre ellos que el 20 por ciento de los participantes dejaron de responder a las encuestas durante los 15 días del ensayo. Los investigadores determinaron que ninguno de esos participantes requería hospitalización o visitas a Urgencias, pero no podían descartar que los participantes buscaran tratamiento en otros lugares.
Debido a estas limitaciones, los investigadores dicen que los resultados del ensayo no deben tratarse como una medida de la eficacia de la fluvoxamina frente a COVID-19, sino como un indicador alentador de que el fármaco merece ser sometido a más pruebas.
«Si un ensayo clínico más grande (fase III) confirma los resultados, la fluvoxamina sería un tratamiento perfecto para los pacientes con COVID recién diagnosticados. La fluvoxamina no es una droga experimental, es barata y segura y podría estar disponible como primera línea de defensa para aliviar a los hospitales que están abrumados por la crisis sanitaria», concluyen los científicos.