Investigadores del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos) han examinado a seis pacientes con COVID-19 mediante una técnica especializada de resonancia magnética (RM), descubriendo que aquellos con síntomas neurológicos muestran algunas de las mismas alteraciones metabólicas en el cerebro que otros pacientes que han sufrido privación de oxígeno (hipoxia) por otras causas, pero también hay diferencias notables.
Aunque se trata principalmente de una enfermedad respiratoria, la infección por COVID-19 afecta a otros órganos, incluido el cerebro. Se cree que el efecto principal de la enfermedad en el cerebro es la hipoxia, pero pocos estudios han documentado los tipos específicos de daño que distinguen a la lesión cerebral relacionada con la COVID-19.
La gravedad de los síntomas neurológicos varía, y va desde uno de los más conocidos, una pérdida temporal del olfato, hasta síntomas más graves como mareos, confusión, convulsiones e ictus. «Estábamos interesados en caracterizar los fundamentos biológicos de algunos de estos síntomas. En el futuro, también estamos interesados en comprender los efectos a largo plazo de COVID-19, incluyendo los dolores de cabeza, la fatiga y el deterioro cognitivo. La llamada ‘niebla cerebral’ y otros impedimentos que se ha descubierto que persisten mucho después de la fase aguda», explica la autora principal del estudio, Eva-Maria Ratai.
Los investigadores utilizaron la Espectroscopia de Resonancia Magnética de 3 Tesla (MRS), un tipo de exploración especializada que a veces se llama biopsia virtual. La MRS puede identificar anormalidades neuroquímicas incluso cuando los resultados de las imágenes estructurales son normales. Los cerebros de los pacientes de COVID-19 mostraron una reducción de N-acetil-aspartato (NAA), elevación de colina y elevación de mio-inositol, similar a lo que se observa con estos metabolitos en otros pacientes con anormalidades de la materia blanca (leucoencefalopatía) después de la hipoxia sin COVID.
Uno de los pacientes con COVID-19 que mostró el daño más severo en la materia blanca (necrosis y cavitación) tuvo una elevación de lactato particularmente pronunciada en la MRS, que es otro signo de daño cerebral por falta de oxígeno. Dos de los tres pacientes fueron intubados en la unidad de cuidados intensivos (UCI) en el momento de la toma de la imagen, que se realizó como parte de sus cuidados.
Uno tenía leucoencefalopatía necrotizante asociada a COVID-19. Otro había sufrido un reciente paro cardíaco y mostraba sutiles cambios en la materia blanca en la resonancia magnética estructural. El tercero no tenía una encefalopatía clara ni un paro cardíaco reciente. Los casos de control sin CÓVIDOS incluían un paciente con daño en la materia blanca debido a la hipoxia por otras causas (leucoencefalopatía post-hipóxica), uno con daño en la materia blanca relacionado con la sepsis, y un voluntario normal, sano y con la misma edad.
«Una pregunta clave es si es solo la disminución de oxígeno en el cerebro lo que está causando estos cambios en la materia blanca o si el virus mismo está atacando la materia blanca», apunta otro de los responsables del trabajo, el neurorradiólogo Otto Rapalino.