A todos nos preocupa la miopía en nuestros hijos, pues su desarrollo perjudica su rendimiento escolar si no se corrige y, para colmo, en el caso de surgir a edades tempranas puede acabar derivando en una miopía magna con los problemas que conlleva, como la pérdida de la visión. Pero¿qué sucede con el astigmatismo? Lo cierto es que no le prestamos tanta atención a este defecto de la vista, aunque es bastante común y de difícil detección.
De hecho, muchas personas no tienen muy claro en qué consiste el astigmatismo y qué dificultades de visión entraña. Así, podemos definirlo como una irregularidad en la curvatura de la córnea que repercute en una mala visión tanto de lejos como de cerca.
A diferencia de la miopía que suele irrumpir con el paso de los años, especialmente si se abusa de las pantallas digitales y no recibimos la beneficiosa influencia del aire libre y el sol, el astigmatismo es congénito. Por lo tanto, posee un importante carácter hereditario. Esta circunstancia obliga a los progenitores astígmatas a vigilar la salud visual de sus hijos desde bien pequeños.
No obstante, ciertos aspectos nos pueden poner sobre la pista de un problema de astigmatismo. En concreto, debemos estar atentos a si el niño guiña los ojos en un intento por enfocar el objeto que se difumina, sufre dolores de cabeza, picores o enrojecimiento en los ojos, entre otros posibles síntomas.
Afortunadamente a través de unas gafas, lentes o cristales tóricos o cilíndricos se puede contrarrestar este achatamiento de la córnea. Incluso es factible barajar una cirugía refractiva para solucionar de forma definitiva este problema cuando el niño alcance la madurez.
Lo cierto es que el astigmatismo también abunda entre los adultos. Así, en ciertas regiones españolas, como la castellanoleonesa, se estima que el 31,2 % de su población es astígmata. Mientras que en otras, como la cántabra, únicamente el 15,4 % de su ciudadanía presenta astigmatismo.
Además, existe una franja de edad que discurre entre los 25 y los 34 años en los que este defecto de refracción es bastante predominante pues afecta a un 53 %. En cambio, apenas encontramos vestigios de dicho problema entre aquellos que superan los 64 años pues solo un 16 % es astígmata.
Resulta evidente que una buena visión es clave en el aprendizaje de los niños, pero en muchas ocasiones no reparamos en su importancia hasta que llegan las primeras notas a casa y éstas no son todo lo satisfactorias que querríamos. Es entonces cuando muchos niños reconocen que tienen problemas para ver correctamente. Se estima que en el mundo existen 12 millones de niños que presentan errores refractivos de fácil diagnóstico y corrección.