Cómo ‘domar’ tu mente para que no pienses que la mascarilla te impide respirar bien

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Han pasado meses desde que la mascarilla se convirtió en un complemento más de nuestro día a día. Y sigue trayendo problemas, generando dudas e incomodándonos a todos. No queda más remedio que acostumbrarse al incordio y hacer todo lo posible para convivir con ella de la mejor forma posible. Todos hemos sentido ya los inconvenientes de llevarla mucho tiempo puesta: nos duelen las orejas, salen granos en la piel, nos deja marcas en la nariz…Y, lo más incómodo de todo, las dificultades para respirar que acarrea.

Cuando subimos cuestas o escaleras, cuando hace mucho calor, al hacer deporte o ejercicio físico…La mascarilla molesta, nos llega menos aire y podemos incluso sentir que nos estamos ahogando. Científicos de todo el mundo llevan ya meses buscando una solución para arreglar el engorro y, según indican estudios recientes, parece que la solución está más cerca tuyo de lo que jamás habrías pensado.

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Mantener la calma

mascarilla

Al tratarse de una mera sensación, del producto de un engaño de nuestro cerebro, no queda más remedio que intentar solucionar el problema también por esa vía. Lo más importante en un primer momento es relajarse para acabar con esa pegajosa sensación de angustia y de ahogo. Los ejercicios de respiración y relajación son fundamentales para volver a un estado de calma y normalidad fisiológica.

Antes de hacerlos puedes probar a hacer descansos de varios minutos sin la mascarilla, siempre y cuando sea en un espacio abierto y no haya terceras personas cerca tuyo. Los ejercicios de respiración profunda, tardando varios segundos en la inhalación y en la exhalación, pueden ser de una gran ayuda para mantener a raya los nervios y la ansiedad generados por la ansiedad.