- Desde su apertura a finales de 2019, Prístino se ha convertido en referencia gastronómica de Madrid.
- No ha sido a través de revoluciones culinarias sino reafirmando lo que siempre funcionó y que quizá durante un tiempo se dejó a un lado: la escuela, formas y costumbres de los restauradores de toda la vida.
- Situado en el Paseo de Eduardo Dato, 8, tiene un precio medio de 40 euros por persona.
En tiempos en los que impera la gastronomía moderna y de diseño, apetece, a veces, volver a los orígenes de la cocina y degustar un menú tradicional, de esos en los que solo quieres acabar la comida rebañando el plato. Es el concepto que propone Prístino, una casa de comidas con alma de bistró parisino. Situado en el barrio de Almagro, este restaurante es un lugar cálido, elegante, en el que los tonos tiza y las plantas naturales predominan en sus dos amplios salones y en la barra que los une.
Nada en Prístino es casual. El nombre se refiere a lo que se mantiene inalterado, puro, tal como era en su forma primera u original. Y siguiendo esta definición, el chef José David Fernández elabora su carta: con productos de temporada, siguiendo recetas de la abuela y tratando con un mimo absoluto la materia prima.
Platos de cuchara
Los platos de cuchara son uno de los protagonistas absolutos. Lentejas Castellanas con sus Sacramentos, Callos con Morro y Pata o Verdinas en Salsa Verde con Almejas son algunas de sus opciones. Guisados a fuego lento, conservan todo su sabor y aroma, y son especialmente reconfortantes en estos meses de frío.
De la ensaladilla rusa nunca se podrá decir lo suficiente: con una mayonesa deliciosa, el sabor de los ingredientes se fusiona con un resultado cremoso e inigualable. Además, está acompañada de grandes lomos de ventresca, que realzan los sabores y convierten a este plato en uno de los imprescindibles de la carta. La ensaladilla comparte espacio en la parte de entrantes con otras propuestas que también merecen una mención, como el pulpo a la brasa, tierno y acompañado con patatas baby.
Carnes de impresión
En cuanto a los segundos, no hay que dejar de probar su Chuletón de Vaca Simmental, acompañado por unos deliciosos pimientos del piquillo asados y unas patatas fritas crujientes por fuera, pero blandas por dentro. La carne es tierna, casi como mantequilla y viene y trinchada, ideal para compartir. En este sentido, como las cantidades son abundantes es aconsejable compartir los platos u optar por las medias raciones.
“Me encanta saborear en Prístino esa comida casera que me recuerda a los platos que preparaba mi madre. Los callos, el pollo en petitoria (especialmente recomendable) y ese servicio con un personal siempre atento y amable. Espero volver pronto a disfrutar de una experiencia gastronómica en su bonito local”, comenta uno de sus clientes.
Platos exclusivos a domicilio
Ahora, además, gracias a Mamotreto, el servicio de delivery de Prístino, los clientes podrán seguir disfrutando de platos de la carta del restaurante convertidos ya en clásicos como: las croquetas melosas, las patatas bravas, la ensaladilla rusa, los torreznos o la tortilla de patata, pero también se pueden degustar los célebres, suaves y deliciosos callos de morro y pata de cocción lenta, o el ragú de jabalí con patata paja.
Y como novedad, otras propuestas se han creado única y exclusivamente para ser degustados allá dónde el cliente decida. Por ejemplo, el cachopo de ternera con cecina y queso azul -bien azotado-; el pollo asado en carbón de encina y sarmiento; o el filete ruso entre panes. Como broche final, no faltan postres como el helado de violeta y el mousse de madroño, ambos son un dulce homenaje a Madrid y sus tradiciones.
40 euros por persona
“Prístino es un gran restaurante con mayúsculas. De hecho, ya es uno de mis favoritos incondicionales. Todo ello, gracias al maravilloso trato al cliente de todo su personal y a su fabulosa cocina. Una cocina como la de antaño, sin trampas ni cartón, y si a todo esto le unes unos formidables postres, el resultado no podía ser otro que el de sobresaliente”, asegura otro de sus habituales.
Prístino reivindica las relaciones próximas, la vida en el barrio, en la comunidad y en la ciudad de Madrid. Desde su apertura a finales de 2019, se ha convertido en referencia gastronómica de Madrid. No ha sido a través de revoluciones culinarias sino reafirmando lo que siempre funcionó y que quizá durante un tiempo se dejó a un lado: la escuela, formas y costumbres de los restauradores de toda la vida, aquellos con carisma, vocación y pasión por su trabajo. Situado en el Paseo de Eduardo Dato, 8, tiene un precio medio de 40 euros por persona. Toda una experiencia que, sin duda, merece la pena probar.