Esta es la edad a la que te vas a sentir viejo

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Es difícil decir a qué edad empieza uno a ser viejo. Es un proceso lento, gradual y apenas perceptible. Un día nos despertamos y tenemos canas, o nos cansamos más de la cuenta al hacer deporte, o nos vemos metidos en la cama un sábado a las once de la noche. Tarde o temprano, los achaques de la edad nos llegan a todos. Pero, por supuesto, cuanto más tarde hagan su aparición mucho mejor. 

Al fin y al cabo, la vejez es en cierto modo una cuestión de perspectiva. Para un adolescente quinceañero una persona de 35 será poco menos que un vejestorio, aunque él se sienta todavía un chaval. Los viejos siempre son los otros, los que están un poco por encima nuestro en cuanto a edad. En definitiva, cada cual se engaña a sí mismo como quiere, e intenta ocultarse su propio envejecimiento como mejor le convenga. En estos casos solo nos queda la estadística: ¿cuándo empezamos, de media, a sentirnos viejos de verdad?

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¿Un remedio para no hacerse viejos?

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Científicos de todo el mundo llevan años trabajando para que el envejecimiento deje de ser una de nuestras mayores preocupaciones. Todo tipo de dietas, tecnologías e intervenciones quirúrgicas antienvejecimiento están siendo testadas. Por ejemplo, un equipo de la Universidad de Northwestern, ha descubierto que estimular el cerebro de las personas mayores puede hacer que su memoria sea tan eficaz como la de cualquier joven de varias décadas menos. 

Según descubrieron los científicos, estimular determinadas zonas del cerebro ayuda a recuperar la memoria de las personas mayores de 64 años que habían presentado olvidos y despistes frecuentes. Funcionó tan bien esta metodología que los investigadores no encontraron diferencias entre su memoria y la de los adultos jóvenes que no se habían sometido a la terapia. No obstante, no conviene llamarse a engaño. Decía Woody Allen que en esta vida hay dos cosas seguras: los impuestos y la muerte. Y si morimos es precisamente porque envejecemos. Lo más sabio, entonces, es aceptar la vejez con serenidad y asumir que así son las cosas y no pueden ser de otro modo.

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