Es difícil decir a qué edad empieza uno a ser viejo. Es un proceso lento, gradual y apenas perceptible. Un día nos despertamos y tenemos canas, o nos cansamos más de la cuenta al hacer deporte, o nos vemos metidos en la cama un sábado a las once de la noche. Tarde o temprano, los achaques de la edad nos llegan a todos. Pero, por supuesto, cuanto más tarde hagan su aparición mucho mejor.
Al fin y al cabo, la vejez es en cierto modo una cuestión de perspectiva. Para un adolescente quinceañero una persona de 35 será poco menos que un vejestorio, aunque él se sienta todavía un chaval. Los viejos siempre son los otros, los que están un poco por encima nuestro en cuanto a edad. En definitiva, cada cual se engaña a sí mismo como quiere, e intenta ocultarse su propio envejecimiento como mejor le convenga. En estos casos solo nos queda la estadística: ¿cuándo empezamos, de media, a sentirnos viejos de verdad?
3Pérdidas de memoria
Más allá de los achaques físicos, el 56% de los encuestados están especialmente preocupados por el envejecimiento cerebral. Los despistes, los olvidos y todos esos síntomas que nos hacen sentir que se nos está yendo la cabeza. La cifra parece muy alta, y de hecho lo es, pero los encuestadores llaman a tener en cuenta ciertos factores. De ese 56% preocupado por sus lapsus cognitivos, la mayoría afirmó tener antecedentes familiares de pérdidas de memoria relacionadas con la edad. Los genes, en estos casos, tienen mucho que decir.
Aproximadamente, un 25% de los encuestados reconocen que pierden, al menos una vez al día, el hilo de sus pensamientos. Un 20% de los mismos reconocen que les sucede varias veces a lo largo de la jornada. Más de la mitad de entre los 2000 encuestados dicen que se olvidan los nombres de una persona poco después de que se la hayan presentado. El 38% reconoce no acordarse de la fecha de cumpleaños de personas cercanas.