Es difícil decir a qué edad empieza uno a ser viejo. Es un proceso lento, gradual y apenas perceptible. Un día nos despertamos y tenemos canas, o nos cansamos más de la cuenta al hacer deporte, o nos vemos metidos en la cama un sábado a las once de la noche. Tarde o temprano, los achaques de la edad nos llegan a todos. Pero, por supuesto, cuanto más tarde hagan su aparición mucho mejor.
Al fin y al cabo, la vejez es en cierto modo una cuestión de perspectiva. Para un adolescente quinceañero una persona de 35 será poco menos que un vejestorio, aunque él se sienta todavía un chaval. Los viejos siempre son los otros, los que están un poco por encima nuestro en cuanto a edad. En definitiva, cada cual se engaña a sí mismo como quiere, e intenta ocultarse su propio envejecimiento como mejor le convenga. En estos casos solo nos queda la estadística: ¿cuándo empezamos, de media, a sentirnos viejos de verdad?
1«Me siento viejo»
Se dice mucho eso de que la edad va por dentro. Que hay viejos con pocos años y jóvenes que ya han cumplido los 60. Y algo de verdad puede tener, pero los achaques físicos no son cuestión de actitud ni de carácter. Una encuesta llevada a cabo en Estados Unidos ha establecido la edad a la que la mayoría de las personas ya empiezan a sentirse en el crepúsculo de su vida.
Los datos revelan que empezamos a sentirnos viejos a la edad de 47 años. Un poco más adelante, cuando ya cumplimos el medio siglo de vida, empezamos a preocuparnos seriamente por los cambios físicos y el deterioro corporal asociado al paso de los años. Hace cinco o seis décadas, a esas edades seríamos ya casi unos ancianos con poca vida por delante. Ahora, en virtud a la higiene pública y a los avances médicos, podemos esperar vivir todavía otros treinta años o más, hasta pasar los 80.