Oído, tacto, gusto, olfato y vista. Esos son los 5 sentidos que nos enseñan desde pequeños. Pero puede que exista un sexto sentido. No nos referimos a la película de Shyamalan de ver fantasmas. Tampoco nos estamos refiriendo al sentido arácnido de Spider–Man, ese que nos alerta cuando estamos en peligro o algo malo va a pasar. El sexto sentido tiene que ver con nuestro cuerpo, pero no es lo que te imaginas.
Seguro que cuando te has lesionado alguna vez, haz sentido que, al recuperarte, has tenido miedo de realizar la misma actividad. O seguro que en alguna situación límite has sentido que con zapatos o ropa más ajustada. Incluso has tenido que tener un objeto en las manos cuando has tenido que dar una charla o hablar en público para sentirte con más confianza. Esta sensación que habrás tenido alguna vez es el sexto sentido.
Algunos fisioterapeutas le han puesto nombre a esta sensación, a este sexto sentido. Le han llamado propiocepción. El sentido de la propiocepción se define como el sentido que nos permite percibir la ubicación, el movimiento y la acción de las partes del cuerpo. Es decir, saber cómo estamos posicionados en todo momento y conocernos a nosotros mismos. Para ello hacemos uso de distintos receptores del cuerpo.
Con la propiocepción conseguimos ser más eficaces y eficientes con nuestros movimientos. Al usar este sentido, gastamos menos energía y evitamos cualquier tipo de lesión que se produzca sin haberlo esperado. Si tenemos que agarrar un objeto que está al alcance de nuestra mano izquierda, preferimos cogerlo con la izquierda y pasarlo con la derecha que estirarnos más con el brazo derecho. Así evitaríamos el gasto de energía de tener que estirarnos más y un posible tirón muscular en la espalda.
La propiocepcion es el sexto sentido
La propiocepción la tenemos internamente y en todo momento está alerta. Sin embargo, está tan presente que la mayoría de las veces ni tenemos constancia de ella. Incluso si no hacemos uso de nuestra propiocepción, quizás llegaría el punto de perderla. Y es que propiocepción significa percepción de nosotros mismos. Capere es tomar u obtener y propius es uno mismo. Y como es un sentido más del cuerpo, puede entrenarse y desarrollarse.
La propiocepción se entrena a partir de ejercicios físicos específicos. Eso sí, siempre hay que hacerlos tras haber tenido cualquier lesión. Pero también se pueden hacer para prevenir dolorosas lesiones en nuestro cuerpo. Por ejemplo, al estar descalzos, estamos desarrollando la propiocepción. Esto se hace porque estamos estimulando la percepción de los estímulos de nuestros pies. También podemos mejorarla haciendo ejercicios con los ojos cerrados.
La propiocepción es muy útil cuando no tenemos otros sentidos o cuando la acompañamos para apoyarlos. Por ejemplo, cuando cerramos los ojos, nos guiamos por el tacto y el oído. Pero no solo por el tacto y el oído si no también por la propiocepción que nos está revelando información con los estímulos que vamos recibiendo en todos nuestros receptores internos. Otra obviedad es que este sentido no lo vamos a desarrollar ya de mayores.
Podemos desarrollar y entrenar el sexto sentido
La propiocepción hay que desarrollarla desde pequeños. Todos los médicos son unánimes salvo en contadas excepciones. El mejor calzado para los niños es ir sin calzado, ir descalzos. Con esto van a evolucionar este sexto sentido a través de los estímulos de los pies. También es un buen ejercicio el hacerles andar sobre terreno irregular. Para nosotros también. Siempre acompañados por un especialista para evitar sufrir daños o lesiones.
Los puntos del cuerpo humano en donde se encuentra más la propiocepción son los hombros, las muñecas, las rodillas o el tobillo. Este sexto sentido es clave a la hora de tener equilibrio. Y son estos puntos los que deben estar alineados para tener un equilibrio correcto. También el cuello debe ser entrenado en este sentido. El cuello es uno de los puntos del cuerpo humano que más sufre y donde más lesiones se producen. Una tortícolis o un latigazo cervical en un accidente pueden ser motivo para sufrir lesiones.
Debemos ser conscientes de nuestro cuerpo en todo momento. Imagínate por un momento que siempre te ayudan a llevar un peso muy grande de un lugar a otro. Tenemos que llevar una bolsa cargada y siempre tenemos a nuestro lado a alguien que nos ayuda a repartir este peso. Pero en un momento no tenemos esa ayuda. O imagina otra situación: Todas las tareas de tu hijo las haces tú por él, sin embargo, un día quieren hacer una tarea de manera individual, porque es capaz.
Podemos llegar a olvidar la propiocepción
Ambas situaciones nos dan de lleno con la realidad. Nos hemos acomodado a una situación en la que teníamos ayuda y volver a la realidad significa no tener una respuesta ante ese problema. Si usáramos una tobillera o una muñequera constantemente en nuestro cuerpo, sucedería lo mismo. Al igual que el uso de medicinas para dormir. Si acostumbramos al cuerpo a ello, va a ir en nuestra contra-
De hecho, en algunos análisis que se han realizado por parte de investigadores, se ha llegado a la conclusión de que las tobilleras y muñequeras no facilitan la rehabilitación en esguinces crónicos. Qué quiere decir, que sujetar el pie por medios externos, hace que los músculos y tendones se relajen y se vuelvan “vagos”. Eso no nos ayuda en nada.
Todos hemos visto a alguien que no ha podido estar sentado y necesita ponerse de pie y ponerse a andar por la habitación, porque estar quietos les agobia. También hemos visto a personas que se tocan el pelo o la barba constantemente sin ningún motivo. Incluso todos tenemos en la retina a esa persona que, estando sentada, no para de mover el pie sin parar. Todas esas personas están buscando la propiocepción. Y no la encuentran porque la tienen delante de los ojos y no la ven.