Alberto Chicote puede ser lo más agradable del mundo o protagonizar las broncas más llamativas que puede haber en un programa de televisión (quitando siempre a toda la farándula de Mediaset, por supuesto). El chef comenzó paseándose por las cocinas de los restaurantes más caóticos del país, descubriendo y transformando diferentes restaurantes, y solucionando los problemas de sus trabajadores, como si fuese Pedro Aguado en ‘Hermano mayor’, en ‘Pesadilla en la cocina’, espacio emitido en La Sexta que estuvo en antena durante siete temporadas. Y ahora, vuelve de nuevo a El Hormiguero.
Así, tras dar por finalizado su labor en ‘Pesadilla en la cocina’ quiso dar un paso más y pasó de los restaurantes a denunciar los fraudes alimenticios de diferentes centros de España con ‘¿Te lo vas a comer?’. El programa estrena su tercera temporada con el fin de descubrir los delitos, mentiras y escasez de inspecciones sanitarias, entre otras cosas, que hay en la industria alimentaria y que podríamos sufrir en nuestra propia piel.
Por ello, Alberto Chicote cierra la lista de invitados de ‘El Hormiguero’, este jueves, 12 de noviembre, para contar todas las novedades de la tercera temporada de ‘¿Te lo vas a comer?’, que se emite cada Lunes en La Sexta, en prime time. Así, te recordamos algunas de las broncas más impactantes que ha presenciado Chicote en televisión.
2Hasta el agua de los floreros
En un restaurante de Fuenlabrada (Madrid), Alberto Chicote presenció una de las situaciones más surrealistas que se han visto en el programa. Los camareros y empleados del restaurante bebían alcohol en cada momento del día, gastando una gran cantidad de dinero mensual solo en lo que ellos mismos consumían. Miles de euros que podrían ser utilizados para invertir en el negocio, pero que acababan totalmente perdidos por su propio consumo. «Se te han ido 70.000 euros en alcohol regalado a los empleados», decía el chef al jefe del local.
Chicote no daba crédito a lo que estaba viendo, pues nada más comenzar la mañana de trabajo, sus empleados ya empezaban a «empinar el codo». Y así terminaban: con el restaurante patas arriba y todos los clientes insatisfechos. Al parecer, a pesar de la reforma, el local cerró a los pocos meses de emitirse por televisión.