De unos años para acá se ha convertido en una especie de epidemia cultural y deportiva. Runners por todos lados: en los parques, por la calle, en la montaña, en la playa…A todo el mundo, parece, le encanta correr y busca hacerse un hueco en su rutina diaria para salir a trotar durante un rato. Tanto es así, que parece ser que incluso se han dado casos de adicción a correr que conllevan fatales consecuencias para los afectados.
Al igual que cualquiera rutina, costumbre o alimento, como todo en este mundo en definitiva, nada en exceso es bueno. Son indudables los efectos beneficiosos del ejercicio físico y del deporte, también por supuesto de correr. Pero cuando se convierte en una obsesión insana por batir récords, por recorrer cada vez una distancia mayor en el menor tiempo posible…Empiezan los problemas, y así lo atestiguan recientes investigaciones científicas.
5Un precio muy alto
El estudio de estos científicos australianos ha sido publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health. “La mayoría de nuestra investigación se centra en aspectos físicos de esta adicción, principalmente en el exceso de entrenamiento y en la falta de tiempo de recuperación cuando el corredor se lesiona”, cuenta el líder del proyecto. No obstante, asegura, las consecuencias psicológicas de esta dependencia son igualmente dañinas.
“Cuando correr se vuelve una obsesión, trae problemas. Controla la vida de la persona a expensas de otras personas y otras actividades. Esta actitud se da también en otro tipo de deportes y actividades físicas, muy especialmente en la danza profesional y en el ciclismo”, asegura este académico. El investigador estima que las lesiones derivadas de correr le cuestan a la economía australiana unos 2.000 millones de dólares anuales.