Lo hacemos siempre que nos damos cuenta de que un pequeño moho está saliendo en un alimento. Cogemos un cuchillo y, con mucho cuidado, quitamos la zona que está poniéndose mala. Luego, como si nada hubiese pasado, cocinamos dicho alimento o nos lo llevamos directamente a la boca.Tendemos a pensar que, como ya no vemos el hongo ni las toxinas, no hay ningún peligro. Y nos equivocamos.
Seguro que todos hemos hecho eso con un trozo de pan, con unos champiñones, un tarro de mermelada o una cuña de queso. No somos conscientes del peligro que puede entrañar esa costumbre para nuestra salud. Aunque no nos demos cuenta, podemos estar llevándonos a la boca productos altamente tóxicos que podrían acarrearnos serias complicaciones.
4Excepciones
Son pocas, pero conviene tenerlas en cuenta. En el jamón y en la cecina es totalmente normal que aparezca moho si se tarda un tiempo en comerlos. Basta con rascarlo un poco y te puedes comer el resto.
También los quesos duros con poca humedad, como pueden ser el emmental, el manchego o el gouda, se pueden comer una vez retirado con un cuchillo toda la parte que rodea el hongo. Por último, puedes comerte los vegetales que tengan la carne firme, como la zanahoria, el pimiento o la col.