Lo hacemos siempre que nos damos cuenta de que un pequeño moho está saliendo en un alimento. Cogemos un cuchillo y, con mucho cuidado, quitamos la zona que está poniéndose mala. Luego, como si nada hubiese pasado, cocinamos dicho alimento o nos lo llevamos directamente a la boca.Tendemos a pensar que, como ya no vemos el hongo ni las toxinas, no hay ningún peligro. Y nos equivocamos.
Seguro que todos hemos hecho eso con un trozo de pan, con unos champiñones, un tarro de mermelada o una cuña de queso. No somos conscientes del peligro que puede entrañar esa costumbre para nuestra salud. Aunque no nos demos cuenta, podemos estar llevándonos a la boca productos altamente tóxicos que podrían acarrearnos serias complicaciones.
3Riesgo de cáncer
No en vano, la International Agency for Research on Cancer ha alertado sobre estas sustancias. El organismo las ha clasificado como sustancias cancerígenas, haciendo especial énfasis en la peligrosidad de la aflatoxina B1 considerada como cancerígeno de nivel 1.
Para evitar riesgos, este organismo internacional recomienda no comer en ningún caso alimentos que tengan moho. Tampoco cuando creamos que hemos conseguido retirar la parte contaminada, pues es imposible saber si estas micotoxinas han arraigado en el resto del producto sin que nosotros podamos verlas.