Lo hacemos siempre que nos damos cuenta de que un pequeño moho está saliendo en un alimento. Cogemos un cuchillo y, con mucho cuidado, quitamos la zona que está poniéndose mala. Luego, como si nada hubiese pasado, cocinamos dicho alimento o nos lo llevamos directamente a la boca.Tendemos a pensar que, como ya no vemos el hongo ni las toxinas, no hay ningún peligro. Y nos equivocamos.
Seguro que todos hemos hecho eso con un trozo de pan, con unos champiñones, un tarro de mermelada o una cuña de queso. No somos conscientes del peligro que puede entrañar esa costumbre para nuestra salud. Aunque no nos demos cuenta, podemos estar llevándonos a la boca productos altamente tóxicos que podrían acarrearnos serias complicaciones.
2Los peligros de las micotoxinas
El moho está compuesto por una serie de hongos filamentosos de pequeño tamaño. Estos organismos crecen sobre una materia orgánica que se está descomponiendo, y es muy común encontrarlos en alimentos como el café, el pan de molde, las frutas, las salsas de tomate abiertas…Esta sustancia contiene micotoxinas, que son las realmente peligrosas para el organismo.
Estas micotoxinas, aunque invisibles e incoloras, pueden acarrearnos serios problemas. Lo más leve son los problemas gastrointestinales, pero según la cantidad que comamos podrían ser peores los síntomas. En dosis altas las micotoxinas pueden producir lesiones hepáticas y renales, alteraciones inmunológicas e incluso daño fetal en mujeres embarazadas. A largo plazo, un consumo excesivo puede acabar produciéndo un cáncer.