Suele decirse que el roce hace el cariño, y en pocos sitios se rozarán más las personas que en Gran Hermano. El programa de Telecinco, uno de los realities más veteranos y exitosos de nuestra parrilla, consiste precisamente en eso. En meter a mucha gente junta en una casa hasta que se harten los unos de los otros…o hasta que se enamoran. Las dos cosas pasan todas las temporadas, aunque es cierto que lo primero con mucha más frecuencia de lo segundo. Si no estaríamos hablando de First Dates, y esto es Gran Hermano: escándalo, gritos e insultos. La receta que garantiza el éxito.
Pero donde hay odio suele haber amor. La mayoría de las veces un amor puntual, que dura dos telediarios o, mejor dicho, dos galas y un par de debates. Pero existen también relaciones que se mantienen aún fuera de Guadalix y llegan al altar. Es raro, es extraordinario y totalmente atípico, pero ocurre. Pero, qué carajo, así es el amor siempre: raro, extraordinario y atípico.
4Inma González y Pedro Oliva
Se conocieron en la cuarta edición de Gran Hermano. Nadie daba un duro por ellos, sobre todo a la vista de que ella reconoció abiertamente que le gustaba otra persona de la casa. Sin embargo, las cosas fueron adelante pese a todo. Él resultó ganador de aquella temporada y ella se lió con otro concursante en el jacuzzi de Guadalix. Se separaron y poco después empezaron a echarse de menos.
Volvieron a hablar, se tantearon durante un tiempo y se lanzaron a empezar una relación. Todo fue sobre ruedas, la pareja se casó y a día de hoy tienen una hija juntos. Cuando ya llevaban unos años casados, Sálvame emitió un reportaje sobre la vida del matrimonio, en el cual aseguraban ser muy felices. Ella es ama de casa y él tiene un programa de cocina en la televisión regional de Aragón. En 2019 se separaron después de 17 años.
