Acaba de estrenarse en Telecinco la segunda edición de La Casa Fuerte. Lo que llegó para cubrir un hueco en la pantalla se convirtió en uno de los fiascos más grandes de Mediaset. Pero el desastre no se le puede achacar solo a un factor. Se dio la casualidad de que fallaron muchas cosas. Desde los propios concursantes, que no tenían un tirón suficiente, la celeridad de la preparación, la mecánica del concurso o la propia conductora del reality. Mediaset es especialista en este género de programas. Pero no siempre da con la tecla para acertar.
Para Mediaset los realitys son un producto muy importante de su programación. Así lo corrobora que en cada temporada hay un reality: Primero Gran Hermano. Luego Gran Hermano VIP. Le sigue Supervivientes. En verano algún reality innovador tipo La isla de las tentaciones o La casa fuerte. No hay estación sin reality. Y es que estos programas retroalimentan al resto de espacios de la casa. En Ana Rosa se habla de ellos. En Sálvame analizan la jugada del día anterior. Las correspondientes galas llenan espacios 2 o 3 noches a la semana… Pero como decimos, hay veces, como ha pasado con la primera edición de La casa fuerte, que no se acierta.
2Fiasco en las mecánicas
Para entender La Casa Fuerte había casi que estudiar un máster. Y la audiencia a las 10 de la noche lo que busca es entretenimiento sin pensar demasiado. Si quieren ponerse concienzudos se van a ver La 2 que seguro que pondrán algo más edificante.
La Casa Fuerte iba de un grupo de concursantes que participaban por parejas. Estaban divididos en dos, los residentes de la casa y los asaltantes o acampados. Los residentes tenían que hacer unas pruebas para conseguir dinero.
Los asaltantes viven en el jardín y deben “asaltar” la casa y quedarse con la caja fuerte de la habitación. Para eso tenían que ganar una prueba a los residentes. Esto era decidido por la audiencia que elegía quién debía enfrentarse de los dos grupos de parejas.