Por algún motivo nos encanta ponerle nombres a inglés a las cosas. El famoso “burnout”, por ejemplo, es el “quemarse” en castellano de toda la vida. Se habla de eso, de “burnout” o de “quemarse” cuando un trabajo nos estresa, nos abruma y nos procura más angustias que satisfacciones. Es un problema más común de lo que nos pensamos, pues no todo el mundo tiene la suerte de trabajar en un lugar en el que se siente feliz y valorado.
El burnout tiene, como es evidente, efectos negativos en la salud a corto y a largo plazo. No en vano, este mismo año ha sido añadido a la lista de diagnósticos médicos de la Organización Mundial de la Salud. Según explica David Ballard, director de la prestigiosa American Psychological Association, el burnout se genera cuando hacemos frente a una situación de estrés crónica y prolongada. Los efectos de esta situación son altamente dañinos para todo el organismo y sus repercusiones podrían llegar a ser bastante graves.
4Escuchar los silencios
Un jefe que quiera cuidar de la salud y del ánimo de sus empleados debe estar pendiente de los silencios. Cuando un trabajador, normalmente locuaz y sociable, pasa una temporada silenciosa y sin apenas relacionarse…Hay peligro de burnout. Es responsabilidad del jefe, pero también de toda la plantilla, cuidar por el bienestar de esa persona que se siente en la mesa de al lado, o cuatro más allá.
“Puede parecer que sus cuerpos estén trabajando, o que hagan como que trabajan”, dice Stringer, “pero su cabeza y su corazón están en otra parte. No participan, no opinan, no hablan, no se enteran de nada…”. Un síntoma muy claro de burnout y, ante esa situación, es necesario hablar con el trabajador, que exprese cómo se siente. Si responde con monosílabos o percibes un bajo estado de ánimo, es el momento de actuar.