La actividad del sector privado español volvió a deteriorarse durante el pasado mes de octubre, según refleja el índice compuesto de gestores de compras (PMI), que bajó hasta los 44,1 puntos desde los 44,3 de septiembre, su peor lectura en cinco meses, lo que alimenta el temor a una recaída en contracción de la economía de España, tras el rebote del 16,7% del PIB en el tercer trimestre.
«Los últimos datos del índice PMI continúan reforzando la posibilidad de la temida ‘doble caída’, ya que la actividad en la economía del sector servicios claramente está teniendo dificultades frente al aumento de las infecciones por la Covid-19, a las restricciones más estrictas de la actividad y a la preocupación en general entre los consumidores con respecto a la circulación del virus», indicó Paul Smith, economista de IHS Markit.
En el mes de octubre, el dato de actividad del sector servicios se hundió hasta los 41,4 puntos desde los 42,4 del mes anterior, registrando así su peor lectura desde el pasado mes de mayo. Por el contrario, el PMI manufacturero de España subió en octubre hasta máximos de 3 meses, con 52,5 puntos, frente a los 50,8 de septiembre.
Esta mayor vulnerabilidad del sector servicios con respecto al impacto económico adverso de la pandemia se reflejó en los últimos datos de los nuevos pedidos recibidos, con una considerable caída mensual de los nuevos pedidos recibidos en el sector servicios, la cuarta consecutiva, en contraste con un retorno a un crecimiento modesto de los nuevos pedidos recibidos por el sector manufacturero.
Dado que los pedidos pendientes de realización en la economía del sector privado se mantuvieron por debajo de los niveles anteriores a la crisis desatada por la Covid-19, se registraron nuevamente pérdidas de empleo, que se centraron principalmente en el sector servicios.
«Aunque las empresas están seguras de que una vez que se haya controlado la pandemia, la actividad aumentará fuertemente, las perspectivas a corto plazo siguen siendo muy inciertas. En consecuencia, están tratando de mantener un estricto control de los costes, especialmente dadas las persistentes presiones de los márgenes de beneficios y la existencia de exceso de capacidad en sus unidades», añadió Smith.