Científicos del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria han fabricado un dispositivo para detectar la presencia del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, en superficies que no se han tocado. Una prueba piloto realizada en la habitación de un hospital ha dado positivo en una de estas ‘trampas’ colocada a más de un metro por encima del paciente, lo que sugiere una transmisión por aerosoles.
Sus creadores los han denominado ‘trampas Covid’, y consisten en diferentes superficies o materiales incluidos en cajas con una rejilla protectora de plástico, para evitar así que el paciente o el personal sanitario pueda tocarlas. Los detalles se publican en la revista ‘Science of Total Environment’.
Según los autores, estas trampas podrían servir como detectores precoces del coronavirus en superficies de espacios cerrados y públicos, como centros sanitarios y educativos o zonas interiores de ocio, ahorrando muchos test masivos».
Las ‘trampas’ se instalaron y probaron en los boxes de seis pacientes confirmados de padecer covid-19, aunque con distinta carga viral, e ingresados en la UCI o en una sala ‘covid’ del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca (HCUVA) en Murcia. Las muestras se analizaron tras uno, dos y tres días de la misma manera que se examina el exudado nasofaríngeo de las personas, es decir, mediante prueba PCR.
Solo en la habitación de uno de los seis pacientes los investigadores encontraron dos tipos de superficies (polipropileno y cristal) que fueron positivas en la detección del SARS-CoV-2 a las 72 horas de haber instalado el dispositivo.
CAPACIDAD ALTA DE TRANSMISIÓN POR AEROSOLES
«Este resultado demuestra que la capacidad de transmisión del virus mediante aerosoles es muy alta, ya que el aire de las habitaciones del Hospital de la Arrixaca se renueva una vez por minuto y todo el aire es del exterior (no es reciclado)», destaca el autor principal, Esteban Orenes Piñero, responsable de la Plataforma de Proteómica del IMIB.
«Las trampas se situaban en las poyatas de las ventanas a más de un metro de distancia y por encima de la altura del paciente. No se puede descartar que el virus llegara por otra vía (gotas respiratorias más grandes, por ejemplo), pero lo más normal es que la transmisión haya sido por aerosoles. Pudimos observar transmisión en esas dos superficies e inevitablemente fue por el aire, ya que ambas estaban incluidas en las trampas y nadie podía tocarlas», añade.
Las superficies que dieron positivas estaban en la habitación de un paciente con alta carga viral y con gafas nasales. Otro paciente con la misma carga viral y sin este tipo de gafas no dio positivo en las superficies que estaban en su habitación. «Al ser un estudio tan pequeño, estamos con la segunda parte del proyecto intentando ver si las gafas nasales podrían favorecer la formación de aerosoles y con eso la transmisión del virus», adelanta Orenes.
Hasta la fecha, existían estudios previos en los que se analizaba la estabilidad de diferentes coronavirus en superficies, pero en estos casos los aerosoles o inóculos que contenían coronavirus se generaron artificialmente para crear un ambiente infeccioso. Este es el primer estudio en el que se detecta la presencia de COVID-19 en situaciones reales, no solo en laboratorios, según los investigadores.
«A pesar de que se trata de un estudio piloto, los resultados invitan al optimismo porque estas trampas podrán ser utilizadas para la detección precoz del virus en espacios cerrados y públicos, tales como hospitales, colegios, institutos, cines, teatros, restaurantes, etc. De esta forma, se ahorraría mucho tiempo y dinero realizando mediciones en estos lugares, evitando la realización de test masivos y detectando precozmente la presencia del virus. Y, por tanto, el cierre del lugar para evitar nuevos contagios», explica Orenes.