El Papa ha criticado las actitudes de quienes protestan ante las restricciones para limitar los efectos de la pandemia al señalar que «pensaban sólo en sí mismos», al tiempo que ha denunciado «el crecimiento de especuladores que sin piedad sacaron rédito de la desgracia ajena».
«El crecimiento de especuladores que sin piedad sacaron rédito de la desgracia ajena o de aquellos que pensaban sólo a sí mismos, protestaban y se lamentaban de determinadas medidas restrictivas incapaces de asumir que no todos tienen las mismas posibilidades y recursos para enfrentar la pandemia«, ha destacado el Papa en una entrevista al diario ‘Politika’ de Belgrado, el periódico más influyente en Serbia y el más antiguo de los Balcanes, que publicó su primer número en 1904.
Francisco ha contrapuesto estas actitudes a la de los «auténticos héroes urbanos» , armados con la «solidaridad y la entrega silenciosa, concreta y cotidiana» de quien sabe asumir sus responsabilidades para con el prójimo y «buscar soluciones concretas para que nadie quede rezagado».
El Papa también ha alertado de la «tentación de pensar la ‘normalidad’ como una vuelta al pasado» y , como ha hecho en otras ocasiones, ha denunciado que «de una crisis no se sale igual». Y ha agregado: «Podemos salir mejores o peores, pero nunca iguales. Las crisis tienen la capacidad de amplificar las injusticias existentes a las que nos habíamos acostumbrado y que podíamos inconscientemente justificar; así como también potenciar las mejores prácticas y reacciones entre nosotros».
Del mismo modo, ha reclamado un «cambio» del sistema que -según ha manifestado- ha reducido el desarrollo al «simple crecimiento económico» y se ha olvidado que «el auténtico desarrollo debe promover a todos los hombres y a todo el hombre». Así, ha añadido: «La pandemia puso en crisis nuestros modelos de organización y desarrollo; puso al descubierto muchas inequidades, graves silencios y omisiones sociales y sanitarias con muchos hermanos nuestros sometidos a procesos de exclusión y degradación».
Asimismo, ha criticado la falta de «anticuerpos personales y comunitarios» para hacerle frente a la crisis que, a su juicio, es fruto de todos los «intentos de desprestigiar y olvidar» lo que nutrió el alma de los pueblos en nombre de «aparentes rutinas salvadores» que terminan por privar «de la inmunidad necesaria».
Además ha cuestionado la cultura «estéril» que no logra «abrir espacios» para que las generaciones más jóvenes se desarrollen por medio de la acción y del trabajo. «Excluir a los jóvenes del mercado laboral es obligarlos a vivir al margen de las soluciones del mañana. En ellos vive hoy el mañana de nuestros pueblos, no podemos dejarlos afuera», ha denunciado.
APELA AL DIÁLOGO
El Papa ha arremetido también contra los «buenismos declaracionistas» que son «vacíos y superfluos» y ha reivindicado el «diálogo» para que las políticas de integrismo y división «tengan la última palabra» y para crear «un futuro donde las diferencias sean reconocidas, valoradas y articuladas de manera tal que nadie se sienta desplazado».
«Los conflictos no se resuelven en el olvido, en la ignorancia o en ‘el borrón y cuenta nueva’ sino en el diálogo que implica el reconocimiento del otro y la aceptación gozosa que estamos invitados a ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos. Sin diálogo estamos impulsando una cultura de guetos donde se termina por elegir quién tiene derecho (o no) a ser considerado persona», ha manifestado.