La organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha advertido esta semana de que la plaga de la langosta del desierto está empeorando en el Cuerno de África debido a la cría de enjambres.
Tal y señala, en algunos países como Eritrea, ya está teniendo lugar la cría de enjambres, provocando la formación de grupos y bandadas de langostas en las tierras bajas occidentales que bordean Sudán y en el litoral del Mar Rojo entre Assab y Karora.
Además, la cría se extiende al este de Sudán, donde un número creciente de enjambres están poniendo huevos a lo largo del lado occidental de las colinas del Mar Rojo entre Derudeb y Sinkat; mientras que la eclosión y la formación de bandadas han comenzado a la vez que se realizan las operaciones de control.
La situación es «muy grave» también en Etiopía, en donde, según ha explicado, se están formando un número cada vez mayor de enjambres que realizan movimientos transfronterizos entre este país y el noroeste de Somalia.
Los expertos declaran que, a medida que los vientos del norte sobre el Cuerno de África se establezcan en las próximas semanas sobre el norte de Somalia y se muevan progresivamente hacia el sur en el mes de noviembre, se espera que los enjambres del noreste de Etiopía, el norte de Somalia y el sur de Yemen migren hacia el sur pudiendo llegar al norte de Kenia a partir de noviembre.
ACCIONES DE WORLD VISION
Es por ello que, dicen, «la situación actual en África Oriental sigue siendo extremadamente alarmante».
En este sentido, desde el comienzo de las diversas plagas de langostas a principios de este año World Vision ha estado involucrada en diferentes actividades con el fin de poner freno a su propagación.
Las acciones que ha emprendido la ONG incluyen movilización y sensibilización de la comunidad y apoyo logístico al gobierno para llevar a cabo la vigilancia y la evaluación de esta emergencia, además de la salvaguarda y apoyo de la recuperación temprana de los medios de vida.
La organización indica que la actual crisis de la langosta, unida a la pandemia de la COVID-19 podría exacerbar el hambre y la desnutrición en una región donde casi 25,5 millones de personas ya padecen inseguridad alimentaria severa debido a conflictos prolongados, desafíos macroeconómicos a largo plazo, la crisis climática y los impactos económicos de la COVID-19.
En este sentido, reclaman una acción inmediata para evitar una mayor propagación de las langostas y poder implementar medidas de control para mitigar el impacto que estos enjambres tendrán en áreas de vegetación, ganado y comunidades vulnerables cuyos medios de vida dependen en gran medida de la agricultura.