Estamos en plena campaña de vacunación de la gripe desde hace unas semanas. Y este año, en medio de una pandemia, es más importante que nunca. A finales de septiembre, el presidente del gobierno Pedro Sánchez dijo durante una entrevista que la campaña de vacunación “va a ayudarnos a protegernos del virus, y además, va a ayudar y mucho a los profesionales sanitarios”. No en vano, el Estado ha hecho este año una compra extra de dosis para que la vacuna llegue a más población.
En los años “normales” había ciertos grupos muy específicos a quienes se dirigía esta campaña de vacunación contra la gripe: personas mayores de 65 años, profesionales sanitarios, embarazadas y personas con enfermedades crónicas. Este año, en cambio, se pretende ampliar mucho más los grupos de población a los que se dirige la vacuna. Dada la extremada situación sanitaria que atravesamos, es necesario cubrir cuantos más sectores de población mejor.
En ese sentido, Sanidad ha sumado a la lista nuevos grupos de población referentes y prioritarios en la vacunación. A los ya citados se unen los niños y adultos con diabetes, obesidad mórbida, enfermedad renal crónica, anemias y hemofilia, asplenia, enfermedad hepática crónica, enfermedades neuromusculares, inmunosupresión, cáncer, enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria crónica o síndrome de Down; menores entre 6 meses y 18 años que reciben tratamiento prolongado con ácido acetilsalicílico; personal de geriátricos y cuidadores a domicilio; trabajadores de servicios públicos como bomberos, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, protección civil, personal de emergencias sanitarias o trabajadores de instituciones penitenciarias.
La importancia de la vacuna
Con ese fin, el Ministerio de Sanidad, por primera vez en su historia, ha hecho una compra extraordinaria de cinco millones de dosis de vacunas contra la gripe. En términos porcentuales, las autoridades sanitarias pretenden que la vacuna alcance al menos al 75% de personas mayores de 65 años y trabajadores de centros sanitarios y sociosanitarios, y al 60% en embarazadas y personas con patología crónica.
No obstante, cualquier ciudadano puede ponerse la vacuna por su cuenta sin necesidad de pertenecer a ninguno de esos grupos de riesgo. Para hacerlo, habrá de acudir a su centro de Atención Primaria para que su médico de cabecera le prescriba la vacuna. Con esa receta, deberá ir luego a la farmacia y comprarse la vacuna con su propio dinero. El precio oscila entre los 12 y los 15 euros. La vacuna debe conservarse en la nevera hasta que el médico nos dé la cita para ir a ponérnosla en el centro de salud.
Aunque la vacuna de la gripe no sirve para erradicar el coronavirus, ponérsela puede ser de gran ayuda para evitar el colapso sanitario. La Organización Mundial de la Salud recomienda ponerse esta vacuna contra la gripe: “Hay vacunas seguras y eficaces que se vienen utilizando desde hace más de 60 años. La inmunidad de origen vacunal se atenúa con el tiempo, por lo que se recomienda la vacunación anual”.
¿Efectos secundarios?
Es posible que la vacuna contra la gripe nos genere efectos secundarios, pero las probabilidades de que así sea son muy pequeñas. Prácticamente insignificantes pero, en caso de darse, puede ocasionar problemas serios en algunas personas.
Dentro de lo poco probable que es padecer los efectos secundarios, el efecto más frecuente de la vacuna es el picor o escozor en la zona en que nos pincharon. Generalmente, esto pasa al cabo de unas 48 horas y no suponen grandes molestias para quienes lo sufren.
Hay otras reacciones también posibles aunque, insistimos, muy poco frecuentes. Es posible que sintamos algo de fiebre, náuseas dolores musculares o cierto malestar generalizado. Suelen aparecer en las seis o doce horas posteriores a la vacunación y desaparecen, como tarde, al cabo de dos días. Los niños de menos de 12 años que se vacunan por primera vez tienen más posibilidades de sufrir estos efectos.