Chapas, pegatinas y otras colecciones que no terminaste en tu infancia

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Desde niños siempre hemos estado coleccionando. Desde chapas, pegatinas con sus álbumes, colecciones de cromos… Pero pocas hemos terminado. Ya sea porque la cantidad de elementos era infinita o porque había algunos ejemplares imposibles de conseguir, al final nuestras colecciones se quedaban a medias. Siempre nos quedaba acudir a mercadillos como El Rastro en Madrid y en otras grandes ciudades en donde podías encontrar los cromos más complicados.

Eso sí, si querías terminar las complicadas colecciones, te tocaba rascarte el bolsillo. Si querías el cromo del último fichaje de La Liga, o tenías la mayor suerte del mundo o te tocaba ir al rastrillo a comprar o intercambiar el cromo. Si querías el tazo que te faltaba, igual. Lo de las chapas era más complicado, ya que no en todos los bares vendían la bebida que a ti te gustaba. Y, además, si el camarero no tenía mano, te doblaba la chapita y te hacía la puñeta porque tú las querías impolutas.

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Colecciones de cromos de la Liga

Desde los años 80 está la fiebre por los cromos. Había dos colecciones diferentes. Colecciones Este o Panini. En cada colegio se imponía una sobre la otra. Normalmente Este tenía mejor calidad que Panini.

Los domingos eran los días especiales de los cromos. Tus padres te daban la paga, te ibas al quiosco y e invertías lo recibido en sobres. Los álbumes eran inmensos y poco a poco los ibas completando. Incluso ibas al colegio con la lista de los que te faltaban y los “repes”.

Cuando llegaba octubre empezaban a salir los últimos fichajes. Estos eran los cromos más complicados de conseguir y por los que todos los niños se pegaban. La opción era ir al rastrillo de las grandes ciudades y pagar entre 5 a 10 euros por un solo cromo.