Aterrizo mis pies en un peldaño por encima de donde me encontraba hace un momento. No sé muy bien si el primero en tocar suelo es el derecho o el izquierdo, aunque tampoco importa. Ya está hecho. Para mí, hoy es un nuevo comienzo. Y no se me ocurre mejor manera de empezar que dedicándole unas líneas a mi tándem español favorito. Más aún si está dando tanto que hablar, en su contra y a su favor. Por ello, mis primeras líneas versan sobre Antidisturbios, la nueva serie televisiva de Movistar+ creada y coescrita por Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen.
Estrenada el pasado 16 de octubre y compuesta por seis episodios, la miniserie es un thriller policíaco hiperrealista que gira en torno a los seis policías antidisturbios del “Puma 93”. Seis agentes de la autoridad que ejecutan un desahucio en una corrala del céntrico barrio de Lavapiés en Madrid, donde un hombre acaba falleciendo debido a las complicaciones surgidas en la operación.
Las trampas de un padre que juega al Trivial Pursuit en familia nos hacen ver el calibre de la obstinación que gasta su hija, una joven agente de Asuntos Internos que ansía escalar puestos encargándose de la investigación de los sucesos ocurridos en el operativo, que les apunta a ser juzgados por un delito de homicidio imprudente… y hasta aquí. Hasta aquí es donde parece que la gran mayoría de los individuos que se dan por aludidos están viendo Antidisturbios. O, al menos, es lo que parece demostrar la avalancha de críticas que está recibiendo en redes sociales. Tal ha sido el bombazo, que hasta el propio Sorogoyen se ha pronunciado sobre este hecho, expresando abiertamente que quienes dicen todo eso son personas que «no han visto la serie».
Rodrigo Sorogoyen, ante las críticas: «No han visto la serie»
No es la primera vez que Peña y Sorogoyen se proponen indagar con sus guiones en las cloacas del Estado (porque, así es, Antidisturbios no trata de la demonización del cuerpo policial). El Reino ya metió el dedo en la llaga de nuestras vergüenzas en el año 2018. Y son muchos los detalles que lo hacen evidente, y que también nos hace pensar que la película y la serie forman parte de una misma realidad. De un mismo universo.
Por ejemplo, mientras Laia Urquijo investiga la trama de corrupción urbanística en Madrid, aparece en unos informes la palabra mágica que implicaría a los altos cargos de Antonio de la Torre en el papel de Manuel López-Vidal: PERSIKA. O, sin andarnos con rodeos y evitando el spoiler: LA JUEZA COSTA. Curioso que exista un personaje con la misma identidad (interpretada por Mona Martínez), y que se dedique a destapar entramados del mismo tipo en obras de los mismos creadores, ¿no crees?
Antidisturbios ha despertado incluso las críticas de varios sindicatos policiales
Antidisturbios, a pesar del abrazo recibido por parte de la crítica, es un trabajo que genera controversia. Ha sido, y sigue siendo, diana de protestas que le dan en el blanco. Ha despertado el descontento de la propia Policía Nacional, manifestado abiertamente a través de dos de sus más importantes sindicatos, JUPOL y SUP, en redes sociales. De hecho, el Sindicato Unificado de Policía ha pedido que sus nombres sean retirados de los créditos de agradecimiento, tras haberles ayudado con el asesoramiento y el arduo trabajo de investigación previo. Ha sido calificada de insulto, como «una auténtica basura» y «muy alejada de la realidad» por ellos mismos.
Parafraseando uno de sus tweets: “no son drogadictos. Tampoco agresivos. Son personas normales y corrientes, defensores del orden constitucional”. No ha gustado por no ajustarse a la realidad, que “ofende a 2.500 compañeros con mentiras y clichés”. Aunque, personalmente, creo que en realidad no se ciñe a esa realidad idílica que venden, donde parece que no hay hueco para el equívoco.
Un par de policías que consumen cocaína fuera de servicio, o un agente enfermizamente celoso y con las manos muy largas, por ejemplo, han servido para mandar al cuerno toda intención de humanizar a la unidad policial más odiada de todo el cuerpo de autoridades. Más de dos años de ejercicios de documentación para que la policía de un país entero caiga en la trampa de la alusión y piense que Antidisturbios es un retrato grotesco de la Unidad de Intervención Policial, una organización normalizada que consigue el orden a través de la ira y el terror que siembra en las calles. Personas que se dedican a este oficio porque les gusta ir por ahí dando gomazos a la gente (primera temporada, episodio segundo).
Personalmente creo que el problema radica en la confusión de conceptos. La premisa parte de una humanización. Pero humanizar y embellecer no son sinónimos. Son cosas muy distintas. Y Antidisturbios no trata como héroes trágicos a sus protagonistas, sino que los trata, reiterando la semántica, como seres humanos. Ensalzando la virtud, pero también el problema. Como yo, con pie derecho y pie izquierdo con el que poder despertar. Dando paso a esos días raros donde no saber cómo reaccionar, sobre todo de cara a un público que muchas veces produce vértigo y ansiedad, y donde la carga emocional se hace fuerte.
Nunca entendí muy bien cómo están pensadas para ver las series ahora, pero yo la visioné entera de una sentada. Y me pareció alucinante, algo que sin duda recomendaría. Una serie con un ritmo frenético. Esa dirección tan característica a través de la cámara en mano que te desestabiliza, con cortes entre tomas; el uso de primeros planos, que se acercan más y más a los rostros hasta calarlos, o incluso deformarlos… en mí provocaron más de un nudo en la garganta.
Y si añadimos además la interpretación sublime de todo el reparto… una implacable Vicky Luengo, donde vela por demostrar la verdad ante un mundo repleto de machitos; el tajante y conciso Salvador Osorio, encarnado por Hovik Keuchkerian; un potente Raúl Arévalo (en el papel de Diego López Rodero) capaz de no mostrar ni un ápice de sonrisa a lo largo de cada film; Patrick Criado, Álex García, Raúl Prieto… un equipo verdaderamente flamante. Sobre todo, y la que es para mí, en este caso, la mejor interpretación de la miniserie: Roberto Álamo en el papel de José Antonio Úbeda, un agente antidisturbios enfermo de depresión, capaz de hacerte sentir la asfixia por la ansiedad en tus propias carnes.
En definitiva, creo que es necesario conocer algo antes de juzgarlo. Siempre. Pero en este caso creo que con más razón. Por si no quedaba claro, Antidisturbios es una serie que te recomiendo ver. Pero es una serie que visionar al 100%, situar y entender para comprender verdaderamente de qué trata. Porque como te decía antes, no es una serie que beba de la demonización de IUP. Porque, sobre ellos, lo único que tiene que decir es que son unos funcionarios más al servicio de un titiritero. Alguien que de verdad ensucia. Ya lo dijo Áyax: “ellos solo son funcionarios sin perdón, pero el titiritero es más cabrón que el títere. El que mueve los hilos pone el precipicio, y decide si estás al filo”.