‘Persian Lessons’ (El profesor de persa), proyectada este domingo en el marco de la 65 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), ofrece instrucciones para inventar un lenguaje que sirve, no solo para salvar la vida de su protagonista, sino también para erigir un monumento que recuerde los nombres de las víctimas del Holocausto.
Es 1942 en Francia y Gilles (Nahuel Pérez Biscayart) es arrestado por soldados de las SS junto con otros judíos y enviado a un campo de concentración en Alemania. Allí consigue evitar la ejecución al jurar a los guardias que no es judío, sino persa. Gracias a su astucia, consigue mantenerse con vida, pero tendrá que enseñar un idioma que no conoce al oficial del campo, Klaus Koch (Lars Eidinger), quien, ajeno a la artimaña de su profesor, deberá afrontar un castigo similar al enviado por Yahvé para reprobar la arrogancia humana.
Entre clase y clase, ambos desarrollan una camaradería que eleva a Gilles a la categoría de secretario del oficial, desde donde tiene acceso a los registros de los prisioneros del campo y que le ofrece una vasta cantidad para enriquecer el vocabulario de su falso persa.
Asimismo, de esas listas se vale el astuto protagonista para levantar una particular Torre de Babel que saque del anonimato a todas las víctimas del genocidio judío.
«Es un homenaje que mantiene en la memoria los nombres de todos aquellos que fueron asesinados para que no se olviden. Así, todos ellos se salvan a través del personaje de Biscayart, que los recuerda», ha explicado el director del filme, Vadim Perelman, quien ha intervenido vía streaming en la rueda de prensa posterior a la proyección desde su casa en Los Ángeles.
De este modo, «un lenguaje totalmente inventado funciona como monumento a las víctimas del Holocausto», un episodio de la historia que no pierde su vigencia y que, en este caso, toca, además, de cerca al director. «Es muy importante mostrar esta historia a nivel personal porque soy judío y algunos de mis parientes vivieron de cerca la tragedia; a riesgo de que la gente se canse de verlo en el cine es muy importante seguir recordándolo», ha incidido Perelman.
No obstante, ha apuntado que la película no se basa en una única historia, sino que «combina multitud de situaciones que existieron en la época», un periodo trágico que Perelman intercala con episodios más bien cómicos para huir de los «deprimente». Una estrategia similar a la de antecesoras en la gran pantalla como la indispensable ‘La vida es bella’ o, más cercana en el tiempo, ‘Jojo Rabbit’.
Precisamente, esa comicidad queda patente en las clases de «fake persa», como lo ha denominado el propio director. «Se trata de un idioma completamente inventado de cero al que le hemos dado un sonido oriental pero que, a la vez, tiene sus propias reglas gramaticales, prefijos y sufijos», ha señalado el director.
Pero ahí no acaban las vicisitudes de la Torre de Babel, que se extendieron también al rodaje de una película que utiliza el alemán durante el 95 por ciento del metraje cuando el propio director no lo habla.
Además, el actor argentino Nahuel Pérez Biscayart, protagonista de la cinta, más allá de inventar una lengua delante de las cámaras, tuvo que aprender alemán entre bastidores. «Era gracioso verle aprender un idioma al tiempo que tenía que enseñar uno falso a su compañero de reparto», ha comentado Perelman, que ha reconocido haber afrontado «todo un desafío».